Pocos podían imaginarse el pasado verano la temporada tan extraña por la que iba a atravesar José María López Silva. Al menos, en lo que se lleva de competición. El onubense deslumbró en el equipo de Jémez y fue de los destacados, si no el que más, en una temporada inolvidable. A los resultados que llevaron hasta esa sexta posición final había que añadir el juego y, dentro del concepto estético del fútbol, López Silva marcó una línea muy por encima de la mayoría de sus compañeros. El onubense era el elemento suelto de un equipo de marcado carácter ofensivo y él se movía como pez en el agua. Comenzó por la izquierda, pero cuando la Liga estaba más avanzada, Jémez intentó colocarlo por el centro en más de una ocasión. Salvo excepciones, no lucía tanto como cuando corría desde la línea de cal hacia dentro y los desequilibrios defensivos en los rivales se hacían patentes.

La llegada de Berges no cambió mucho el panorama en el aspecto individual para López Silva. Comenzó siendo titular indiscutible. De hecho, en las primeras seis jornadas acumuló todos los minutos posibles salvo en el encuentro inicial en Murcia (0-0) y en la sexta jornada, al ser fue sustituido en el minuto 78, precisamente contra el Girona, cuando el encuentro estaba más que resuelto (2-0).

La séptima jornada iba a suponer el primer lastre para el onubense. Su rifirrafe con Joan Oriol en El Madrigal y la nueva línea marcada por el Comité de Competición le dejaron sin poder competir durante un mes. Esas cuatro jornadas de sanción supusieron una detención en seco que no sentó nada bien a una línea de juego que, si bien no había arrancado como la temporada anterior, sí se le vislumbraban indicios de que iba a poder evolucionar notablemente. López Acera lo impidió y en las cuatro jornadas en la que estuvo sancionado los blanquiverdes lograron dos triunfos (ambos ante los filiales), un empate (en Sabadell) y una derrota (en Almería). Su regreso, con el triunfo por la mínima ante el Guadalajara en El Arcángel y desde la titularidad no dejó sensaciones especiales. Berges siguió confiando en el pájaro y el equipo se impuso en El Toralín, pero cayó en casa ante el Hércules (1-2) y en Las Palmas (3-0). Contra el Xerez fue sustituido en el descanso al sufrir un fuerte golpe en la cadera que le impidió jugar la siguiente jornada contra el Sporting, en una fase de la temporada en la que ya habían tomado importancia los problemas para la renovación.

Punto de inflexión

Ese 1 de diciembre ante el conjunto xerecista marcó un punto de inflexión y López Silva tan solo consiguió desde entonces saltar en el once inicial en Anduva. Sin embargo, en la goleada en casa ante el Murcia, con un golazo marca de la casa (segundo tanto de la temporada) empezaron a verse algunos aleteos de la calidad que atesora el futbolista blanquiverde. El técnico fue dándole minutos y su entrada al campo en el Martínez Valero supuso que el equipo no pasara apuros en los últimos minutos contra el líder de la competición. Nueva demostración de que el López Silva de la temporada pasada no se había ido para siempre. Pero de nuevo la mala suerte impidió la evolución de López Silva. La expulsión tras dar la ley de la ventaja González Fuertes no se la creía nadie, el que menos, el onubense.

Contra el Alcorcón cumplió el partido de sanción y si se echó de menos a alguien fue a José María López Silva, que ya la pasada campaña le marcó un gol antológico a los alfareros. Esta semana, el cuerpo técnico ha sopesado los condicionantes y, más allá del encuentro de la siguiente jornada, contra el Villarreal en El Arcángel, valora incluirle en el once inicial en Montilivi. Por el centro, con libertad de movimientos. El pájaro ha de levantar el vuelo. El equipo le necesita ahora más que nunca y él quiere recuperar la sonrisa definitivamente.