El All Star lleva al extremo la doctrina de la NBA: defensas inexistentes y espectáculo a borbotones. El juego de Ricky Rubio se adapta como un guante a las exigencias del guión, como se pudo ver en Houston en la segunda presencia en la gran fiesta de la NBA. El base de Minnesota salió de inicio en el Partido de las Estrellas Emergentes y, en solo un cuarto de hora, ya había repartido 10 asistencias de todos los colores: contra tablero, por debajo de las piernas... barra libre a su creatividad. Su mejor socio fue Kenneth Faried que acabó con 40 puntos. El ala-pívot de los Nuggets fue elegido MVP de un encuentro que terminó con la amplia victoria (163-135) del equipo de Chuck (Barkley) sobre el de Shaq (O'Neal). "He disfrutado mucho, todo, porque se trataba de eso, de pasarlo bien y lo he conseguido", comentó Ricky tras el encuentro, antes de ensalzar a Manimal Faried. "Es un ejemplo; cualquier rookie o jugador tendría que actuar con la misma garra que lo hace él cuando está en el campo y llegas a la Liga. Es la única manera de demostrar que quieres hacerte un nombre".

La primera jornada del All Star se completó con el Celebrity Game, en el que Usain Bolt fue una de las estrellas. El atleta jamaicano explotó sus dotes de showman e incluso se colgó del aro.

Además de Faried, Ricky y Bolt, el novato que más dio que hablar en la grada del Toyota Center fue Kidd-Gilchrist. No tanto por lo que hizo sobre la pista (el número 2 del último draft no está teniendo un debut demasiado afortunado en la competición) sino por su revelación fuera de la cancha. El escolta de los Bobcats alimentó el rumor sobre el retorno de Michael Jordan, que hoy cumple los 50. "No me extrañaría que volviera. Aún tiene ese algo especial", apuntó antes de confesar que perdió en uno contra uno con el mejor jugador de todos los tiempos. "Creía que iba a ganar a Jordan. No sé. ¿Cómo iba a perder con alguien de 50 años? --confesó el alero, de 19 años--. La verdad que fue duro para mí. ¿Que si me dejé ganar porque es mi jefe? No. El es el mejor jugador en esto".

"Un día quizás me veáis jugando un partido a los 50 --dijo el seis veces campeón de la NBA en el 2009, cuando entró en el Salón de la Fama--. No os riáis, nunca digas nunca jamás porque los límites, como los miedos son a menudo una ilusión". La reglamentación impide que un dueño de un franquicia de la NBA pueda jugar en su equipo. Por tanto, Jordan tendría que renunciar a los Bobcats a no ser que David Stern, comisionado de la NBA, haga una excepción por un partido.

"La presencia de Jordan siempre está alrededor. Lo puedes ver en mí mismo. Soy su personificación y fue un modelo para mí", reconoció Kobe Bryant, uno de los asistentes a la superfiesta del 50 cumpleaños de Jordan. His Airness se gastó 100.000 dólares en alquilar el Museo de Bellas Artes de Houston en la que, además de artistas como Beyoncé, Drake o Jay-Z, no faltaron Carmelo Anthony, Griffin, Paul o Pippen, entre otros. Hasta Lebron James, al que no sentó muy bien que Jordan dijera que Kobe es mejor que él, pasó a rendir pleitesía. "No juego a baloncesto para tratar de ajustarme a lo que digan o piensen los demás", explicó James sobre la polémica. La próxima madrugada tendrá otra oportunidad de demostrar que es El Elegido para ser el heredero al trono de Jordan en el partido las Estrellas, que pondrá fin al fin de semana del All Star.