El 20 de agosto del 2006 nació una estrella. "Milagro", "histórico" o "mágico" son algunos de los adjetivos con los que los testigos de aquel fenómeno tratan de explicar la magnitud de lo que avistaron. Todos comparten el orgullo de poder decir: "Yo viví en directo el mejor partido de Ricky Rubio".

Fue en el Europeo cadete, disputado en el pabellón Julián Jiménez Serrano de Linares. El base español, que antes de cumplir los 15 ya había debutado en la ACB, había sido la superestrella del torneo. En la final, ante Rusia, también había estado extraordinario pero, pese a ello, España parecía condenada a la plata cuando, a falta de tan solo un segundo, perdía 87-84. "Yo sinceramente ya estaba medio llorando pensando en cómo se nos había podido escapar el oro en nuestro campeonato cuando pasó aquello", relata Dani Pérez Otero.

Aquello fue que Ricky clavó un triple desde su campo a tablero para forzar la primera de las dos prórrogas (110-106) que, a la postre, darían a España su primer oro en la categoría. Los de la mesa de anotación, como todo el público asistente, estaban tan boquiabiertos con el triple como al hacer recuento de los números del joven prodigio al final del partido: 51 puntos, 24 rebotes, 12 asistencias y 7 recuperaciones.

"Estaba seguro de que Ricky, lo mínimo que haría, sería llegar a la NBA; tenía muy claro que llegaría lejos", dice Alex Hernández, base del Manresa y el único de aquellos 12 campeones continentales que juega en la ACB, un síntoma de lo que ha ocurrido en el baloncesto español en estos últimos años. "Los clubs no confían en los jugadores de aquí, incluso en la cantera prefieren contar con jugadores de fuera de España".

"Obviamente, preferiríamos otro sistema de cupos donde el jugador español tuviera mayor presencia. Pero espero que, más pronto que tarde, haya algún jugador mas en la ACB...", apunta Pérez Otero, que compartía la dirección del equipo con Alex y Ricky. El base se ha reencontrado con David Guardia en el Andorra de LEB Oro, categoría donde también juega Jorge Santana (Lobe Huesca). Toni Jaume Vicens, techo del equipo, está en el Obila de LEB Plata mientras que Nacho Esteban milita en el Liceo Francés de 1 Nacional. Julio Sosa está en la EBA , donde jugaba José Pérez Zapata hasta que recibió un golpe en el ojo que le obligó a retirarse a los 20. Otro golpe, de Ricky, casi le deja sin disputar el partido de su vida. "Ricky salía siempre el último y cuando estábamos en el centro de la pista se tiraba siempre encima mío y gritábamos equipo. Me dio un golpe en la espalda que casi me deja sin jugar", comenta el expívot extremeño. "La final fue increíble y fuimos una gran familia aquellos dos meses que pasamos concentrados", recuerda Zapata, que acaba de licenciarse en Administración y Dirección de Empresas.

Armand Solé también priorizó su formación académica, aunque sigue jugando a básquet con el Santa Coloma, en Copa Catalunya. "Fue el mejor momento de mi carrera. Fue un milagro, algo histórico, una locura. Solo hay que ver los números para saber que jamás se repetirá algo así". Solé, que coincidió con Ricky en la cantera de la Penya, conocía mejor que nadie su potencial. "Ha nacido con un don, pensaba entonces, pero en aquel momento veía la NBA muy difícil. Me alegro mucho por él. De vez en cuando nos mandamos whatsapps. Y no me perderé su partido en el All Star".

Iker Amutxastegui quedó fascinado en los entrenamientos con su "visión fácil" del baloncesto, que aún mantiene. Desde Inglaterra recuerda aquella primera estancia fuera de su Barakaldo natal como algo imborrable. "La final fue prácticamente una fiesta desde el principio y ver el partido de Ricky, impresionante". "Ver entrar por el aro aquel triple de medio campo es lo mas bonito que me ha pasado en una pista", asegura Alberto Jódar. El segundo anotador de aquella selección quedó encandilado con el talento de Ricky Rubio. "En esa selección había mucha calidad. Si te dan la oportunidad depende de uno mismo, de tu esfuerzo, trabajo y suerte en las lesiones, pero si nunca te la dan, nunca llegarás", señala.