Un gol de Varane en los últimos diez minutos equilibró el de Cesc Fábregas y dio vida al Real Madrid para la vuelta de las semifinales de la Copa del Rey, que se decidirán dentro de un mes en el Camp Nou, después de una nueva entrega del clásico (1-1), en el que no importaron las ausencias ni la monstruosa distancia que separa a unos de otros en Liga.

Cristiano fue el primero en sacar el revólver en el duelo de ases. No se había cumplido el primer minuto de juego y una arrancada por el costado izquierdo comprometió a Piqué. En la falta, Pinto desbarató con apuros la carta de presentación del Real Madrid. Quedó claro que Mourinho había planificado el clásico desde la propuesta. No hubo temor ni remilgos. En esta ocasión, la presión merengue asfixió la salida de balón culé y Benzema, poco después, también encontró la rendija para disparar a puerta. El francés, más escorado que en otras ocasiones, dejó el protagonismo a zil y a Cristiano Ronaldo, que pareció un avión en cada jugada.

Pero el Barça, como anunció en la previa, no entiende este deporte desde la complacencia ni el conformismo y poco a poco fue desperezando su juego, armado en bota de un sublime Iniesta y de un Xavi Hernández que estrelló un libre directo en el travesaño del portero Diego López, la gran novedad en el once de Mourinho.

OCASIONES Conjeturas al margen sobre la portería blanca, fue Xavi quien desperdició la ocasión más clara del Barça en la primera mitad. Un error en la entrega de Carvalho habilitó al de Terrasa, pero Varane -providencial todo el choque-- la salvó bajo palos casi sin inmutarse, tal era su estado de tranquilidad. Era el preludio del final del primer acto, agónico para ambos y donde el Madrid, tan descosido como su rival, protestó unas manos de Alves dentro del área.

LLEGA FABREGAS Fábregas, asociativo como de costumbre en el enlace entre Messi y el resto de la orquesta, fue quien rompió la baraja. Un mal despeje de Callejón acabó en los dominios del blaugrana, que resolvió con templanza ante un comedido Diego López. El partido estaba roto y Cesc había añadido más leña al fuego en un escenario que comienza a ser fetiche.

El Real Madrid se deslavazó desde ese momento (minuto 51) y entregó su alma al diablo, condenado a los constantes desplazamientos en largo de Xabi Alonso y a la explosividad de su líder, capitán en la noche del miércoles. Pero el Barça, con más espacios, no perdió el dominio de la pelota ni de las ocasiones. Pedro y Messi estuvieron cerca de dar el golpe definitivo.

El Bernabéu aumentó el número de decibelios y la entrada de Modric e Higuaín mejoraron la cara de los merengues. Balones al área y más velocidad. El camino más corto siempre fue la línea recta y eso lo sabe bien José Mourinho. En una de ellas, zil ofreció la réplica a Varane, que igualó la balanza con la testa. Un soberbio remate del central francés igualó fuerzas y devolvió la esperanza a Chamartín.

ARREON FINAL Sin embargo, no hubo tiempo para más y el arreón final del Real Madrid se quedó sin más premio en un partido que tuvo todos los ingredientes. El Camp Nou dictará sentencia el próximo 27 de febrero, solo cinco días antes de que el Bernabéu vuelva a acoger un nuevo clásico liguero. Que viva el fútbol.