Todas las mañanas el circuito rebosa de paz, con el único sonido de las pisadas de los corredores en algún charco, el susurro de alguna conversación que amenice el paseo, o el ladrido de un perro. Ayer hubo pisadas más fuertes de lo habitual. Debido al mal estado del terreno de juego de la ciudad deportiva, Berges se llevó a sus jugadores al parque de Cruz Conde. Allí se mezclaron con algún corredor que quiso aprovechar para medir sus fuerzas ante los futbolistas, que también coincidieron con algún socio, como Manuel, que trotaba buscando perder peso. "¡Hazme una foto con ellos!", sonreía sin dejar de correr.

Hubo un hombre que pese a la vestimenta de los blanquiverdes, no les reconoció. Por eso, cuando todos le adelantaron como aviones, no pudo más que mirarles con rabia. Los mayores del circuito, que simplemente paseaban, se limitaban a observar las carreras de los jugadores, que rompían la armonía del parque con bromas. "¡Abran paso, que van los fuertes!", exclamaba Cristian.

Un camión recogía hojas del suelo y limpiaba los senderos mientras Paulinho y Joselu esprintaban a su lado. No se movió. Y es que pese a todo, era un día normal en el circuito; tan solo, algunas pisadas de más.