No apareció Abidal. Ayer esa sonrisa contagiosa no se vio en ningún momento por la ciudad deportiva. Ni tampoco ese espíritu indestructible que ha demostrado durante los últimos meses, empeñado en ganar la batalla a la enfermedad. Bromeando como siempre con sus compañeros, oteaba ya el final de ese largo camino, convencido de que podría jugar muy pronto. Hasta una fecha fijada para su retorno, día que solo él y, por supuesto, los médicos sabían. Estaba a la vuelta de la esquina ese momento en el que Abidal volviera, de nuevo, al fútbol.

Pero, de manera inesperada, Abidal se perdió la última sesión del equipo antes de viajar a Málaga. Y el club emitió un breve comunicado médico para informar que "estará ingresado entre tres y cuatro días para realizar los exámenes de evolución del trasplante al que fue sometido el pasado mes de abril".

Poco más se supo después, por expreso deseo del defensa francés, quien, como es habitual en todo el proceso que ha vivido de su enfermedad, ha elegido siempre el camino de la discreción: "Por expreso deseo del jugador, el club pide el máximo respeto al derecho a su privacidad y confidencialidad". Deseo que, como es lógico, siempre le ha concedido, tanto el Barça como su propio entorno. Ayer, por ejemplo, ni una sola pregunta recibió Roura a lo largo de su comparecencia de prensa, volcada únicamente en el duelo copero de hoy.