Ser anfitrión de un gran torneo de balonmano es casi sinónimo de éxito. Que se lo cuenten a Serbia que, tras una década sin subir a un podio, se proclamó subcampeona de Europa hace un año en su casa. O a Alemania, que no toca medalla desde que se proclamó campeón en el Mundial que organizó en el 2007. En los últimos cuatro Mundiales, el país organizador ha llegado siempre a semifinales. España intentará seguir la tradición. Para ello, después de derrotar ayer a los serbios por 20-31 en el pabellón Príncipe Felipe de Zaragoza, se medirá mañana en la capital aragonesa con los alemanes.

España empezó muy metida en defensa y supo aprovechar los múltiples errores de su rival (hasta 11 pérdidas en la primera parte). La expulsión de Viran Morros, bastión defensivo del bloque, lejos de cambiar la dinámica del encuentro espoleó aún más a los españoles. La zaga balcánica se partía una y otra vez por el medio, donde Aginagalde campaba a sus anchas.

DESENLACE COMODO Momir Ilic y Darko Stanic, los dos hombres que marcan los biorritmos del conjunto de Veselin Vukovic, estaban muy lejos de su mejor nivel. El mejor jugador del último Europeo, muy marcado siempre, apenas tenía opciones claras de lanzamiento, mientras que el mejor portero de ese torneo se fue al banquillo mediada la primera parte harto de recoger balones de su red. Al descanso la ventaja era de ocho tantos (12-20), una renta que dejaba decidido el choque.

ENTRENAMIENTO La segunda mitad fue apenas un entrenamiento cara al duro pulso de mañana ante Alemania. El mayor riesgo que corrieron los hispanos fue que el aumento de la agresividad defensiva de los balcánicos pudiera costarle un susto en forma de lesión. Montoro fue el que se llevó la peor parte, al recibir un tremendo sopapo en la cara de Marsenic, que le costó la roja al lateral serbio.

"Hemos hecho un gran partido. Lo necesitábamos después de la derrota del otro día. Tras la expulsión de Viran hemos sacado la casta. El público nos ha llevado en volandas", comentaba un inspirado Albert Rocas, mejor jugador y máximo goleador del encuentro con 7 tantos (ya lleva 500 con la selección). El extremo no quiere caer en el exceso de confianza. "Esto no vale de nada si perdemos el miércoles. Ahora nos quedan tres finales si queremos estar arriba. Y los alemanes son muy buen equipo".