En el primer equipo en el que jugó, cuando era un crío, alguien le prometió un alfajor por cada gol que marcara. Ahí está el secreto de la voracidad de Leo Messi. "Cada vez que entraba al campo, pensaba en el alfajor", confesó ayer. Se ha zampado ya 301 dulces si ha decidido limitar su glotonería a los que anota en partidos oficiales. Los 50 que marcó en la pasada Liga le reportaron, además, la Bota de Oro que le consagró como el mejor realizador de Europa por segunda vez, aparte de establecer un récord absoluto. Y si se le hubieran contado los tantos anotados en todas las competiciones (73) o los sumados con Argentina (82), la cifra ya sería casi imbatible.

Por todas esas razones, irrebatibles e inopinables, Messi se llevó a casa su segunda bota dorada. Con 16 tantos más que la primera (34) hace dos años. Ahora va a la caza del Balón de Oro, sujeto a las votaciones de seleccionadores, futbolistas y periodistas. "No pelearé por la tercera; si se da, mejor, pero peleo por los títulos colectivos: la Liga, la Champions, la Copa, que empieza ya...", afirmó el delantero argentino, que deberá esperar para inaugurar esta cuenta. En las otras ya ha marcado en todas, hasta totalizar 17 goles en los 13 partidos ya disputados.

EL QUILOMBO DE MARADONA Vilanova no le incluyó en la convocatoria para el partido de hoy ante el Alavés. Un descanso forzoso para Messi, que está a la espera de su inminente paternidad. Al delantero le regalaron unos patucos y un chupete, dorados ambos, alusivos al próximo nacimiento de Thiago, su primer hijo. Si fuera hoy coincidiría con el aniversario de Diego Maradona. ¿Se imaginan? "¡Qué quilombo!", confesó Messi. Sí, menudo lío vital para el crío, por la identidad del padre y la coincidencia de onomástica.

Thiago ya tiene el cuarto preparado y Leo ha encontrado un sitio donde colocar la Bota de Oro, que cuenta con tres baños del metal dorado y mide como un 42 de calzado. Luis Suárez, el único español que tiene el Balón de Oro (más dos Balones de plata y uno de bronce), se lo entregó con cierta admiración. "Nunca hubo un goleador técnico, habilidoso, rapidito como él; incluso en esto ha cambiado la historia", explicó el exfutbolista gallego del Barça.

CON LAS DEL WATERPOLO A Messi le acompañaron Xavi y Puyol, más el presidente Sandro Rosell y una nutrida representación deportiva de todas las secciones. Comparable a la variada audiencia de invitados -entre ellos, casi toda la selección femenina de waterpolo, subcampeona olímpica, que quisó retratarse con el astro, o el taekuondista Joel González, oro en Londres- en la Antigua Fábrica Damm, donde se celebró la entrega de la enorme joya que auspicia la European Sports Media, asociación que agrupa a publicaciones deportivas.

"El objetivo es conseguir cuantas más cosas mejor hasta el final de mi carrera", dijo el delantero argentino, que aún sigue "muy agradecido por todo lo que el Barcelona hizo por mí". Se refería a los 900 euros mensuales que costó su tratamiento para reparar el déficit de crecimiento que sufría y a la oportunidad que le brindó de cumplir "el sueño" de ser futbolista.