El partido del Córdoba recordó anoche un cohete de feria de precio ajustado al que le cuesta coger altura para terminar trazando una vertical más que aparente y, al esperar todos desde abajo el estallido con la correspondiente estrella de luz de colores... Humito y poco más. Sobre todo tras analizarlo desde dos puntos de vista: el pasado más reciente, con dos victorias consecutivas en partidos oficiales y por sus ya manidas actuaciones lejos de El Arcángel.

Aparte las derrotas en Villarreal y Almería, los empates de este Córdoba van dejando un sabor progresivamente distinto. De Murcia se trajo un punto porque ninguno de los dos contendientes hizo mucho empeño por más. De Lugo, otro caído de arriba mientras tronaban las trompetas celestiales. Y anoche habría que atreverse a asegurar que se vino con ese punto porque no mantuvo la fidelidad a cierto protagonismo que sí demostró en Almería o Villarreal, precisamente. A fuerza de ser justos sí que lo hizo, pero cuando los locales lograron por fin anotar, más por insistencia que por juego. Esto es, en los últimos 20 minutos se vio al Córdoba que todos esperaban, el que se vio en varias partes en Villarreal, el que apareció 40 minutos en Alcorcón, el que se disfrutó durante más de 45 en el Juegos Mediterráneos. Podría decirse que los blanquiverdes llevaron la penitencia en el pecado, que no fue otra cosa que encontrarse con un gol en el minuto 7, obra de una individualidad de Enzo Rennella, que parece haberse hidratado bien con agua del Ayuntamiento y nada más salir al terreno de juego se marcó una individualidad, yéndose de su marcador, cruzando el tiro y remachando el despeje de un Nauzet que fue el mejor hombre de los arlequinados.

Era la primera vez que los cordobesistas se ponían por delante en el marcador en Liga actuando como visitantes. Y la reacción fue tan novedosa como el hecho en sí. En los minutos inmediatamente siguientes al tanto del franco-italiano los locales acusaron el golpe, aunque poco a poco, como el que no quiere la cosa, fueron teniendo más y más posesión de balón. Y no fue tanto por mérito de los arlequinados como por demérito de los blanquiverdes, ayer de naranja (o salmorejo, como se quiera). Un disparo de Collantes que se fue alto (min. 24) y una prodigiosa intervención de Alberto García a disparo casi a bocajarro de Antonio Hidalgo (min. 31) no provocó ningún cambio en el guión cordobesista, que obligaba continuamente a los catalanes a buscar las bandas como única alternativa. De ahí los muchos centros, centritos, balonazos y pases al público del fondo de la Nova Creu Alta, pero peligro serio o excesivo, poquito.

Pero a pesar de ese par de avisos que dieron los de Carreras, el conjunto de Rafa Berges no se inmutó e insistió en complicar lo que tenía fácil desde los albores del encuentro. Si quieres eliminar el peligro rival, simplemente, quítale el balón. O al menos inténtalo. Pero el conjunto blanquiverde, descaradamente, continuó con lo prescrito. Las pocas e inocentes llegadas de Rennella tras el descanso dieron paso a los primeros síntomas de desconexión en el sistema de contención a cargo, principalmente, de Kiko Olivas, abortado de nuevo por Alberto García que, al igual que su homónimo arlequinado, también fue el mejor de los suyos.

Berges varió el dibujo para dejar a Joselu en punta e introducir a Caballero para tener algo más de posesión. Pero posible

mente lo hizo demasiado tarde. El Sabadell se había creído por fin que podía arrancarle un punto (no buscaba nada más) y lo hizo por una virtud individual de Ulises Dávila y también porque hubo alguien (o alguienes ) que se empeñó en que se lo creyera.

Y ahí sí. Justo en ese momento apareció el Córdoba que se necesitaba 45 minutos antes. No tanto por las ocasiones, sino por la actitud. Precisamente a partir del gol del menudo mexicano se pudo ver a un equipo, el local, que daba el empate no solo como bueno, sino como un tesoro a salvar con uñas y dientes, y otro, el visitante, con la urgencia de que algo se le había perdido en el camino, fuera por despiste, por leer mal el guión o, lo que podría ser aún más grave, por no haber prescrito el antídoto correcto. Lo peor, que dio la sensación de ser lo último.

El caso es que los de Berges tocaron a rebato y acumularon cerca de una decena de llegadas en poco más de 20 minutos subidos en las galopadas de un exhausto Dubarbier, las intermitencias de López Silva (son muchos partidos sin competición) y en un Patiño que aprovechó prácticamente al máximo los minutos de los que dispuso. Un mano a mano de Joselu, una volea de Abel, un gol anulado en un más que dudoso fuera de juego... Todo eso en menos de medio tiempo. El Córdoba maldecía simultáneamente tantos momentos de haber entregado la posesión y todos se preguntaban cómo se había llegado a eso. Tuvo que sacar lo mejor justo ahí y no fue suficiente. Porque al Córdoba, a este Córdoba, desde hace tiempo le hacen falta más de media docena de llegadas para hacer gol. Y llegar a la primera y anotar no significa tener el trabajo hecho ni obligarse a cambiar guión alguno. Anoche lo hizo y se complicó incomprensiblemente lo fácil. Ahora, otro cohete de tres o cuatro partidos.

Estadio: Nova Creu Alta

Asistencia: 3.664 espectadores, más de 100, blanquiverdes

Terreno de juego: Bien

Indumentaria: Naranja

SABADELL: Nauzet (13), Ramírez (7), Toni Lao (17), Abraham Paz (2), Espasandín (3), Juanjo (4), Hidalgo (5), Collantes (19), Moha (23), Eneko (11) y Aníbal (9).

Cambios:

Uli Dávila (16) por Collantes en el 64', Reverter (26) por Eneko en el 78' y Arteaga (8) por Espasandín en el 83'.

CÓRDOBA: Alberto García (1), Fernández (17), Gaspar (4), Kiko Olivas (22), Dubarbier (16), Pedro (15), López Garai (14), Abel Gómez (23), López Silva (19), Joselu (18) y Rennella (12).

Cambios:

Fuentes 83) por Pedro en el 55', Caballero (21) por Rennella (62') y Patiño (9) por Abel en el 77'.

LOS GOLES

1-0 (7') Jugada individual de Enzo Rennella, que se marcha de su par y cruza el disparo. Nauzet despeja y el rechace le cae al franco italiano, que anota.

1-1 (69') Uli Dávila recibe al borde del área, se gira y dispara cruzado, ajustado al poste, adonde no puede llegar Alberto García a pesar de su estirada.

EL ÁRBITRO

Vicandi Garrido (C. Vasco)

Amonestó a los arlequinados Eneko (75'), Moha (88') y Reverter (89') y a los cordobesistas Alberto García (63') y Fuentes (65'). Anuló un gol por fuera de juego al Córdoba en el minuto 91 de encuentro.