Una respetuosa reverencia mirando a la Reina, situado en el palco real del teatro Campoamor de Oviedo, y un abrazo emotivo y sencillo rompiendo el protocolo de la ceremonia entre dos viejos amigos sellaron ayer los príncipes de la amistad. Una amistad construida en Africa hace ya más de una década (todo nació en el Mundial sub-20 de Nigeria celebrado en 1999), que ha sobrevivido a la convulsa y tempestuosa rivalidad que ha presidido durante más de un siglo las relaciones entre Barça y Madrid.

Ahí, en Asturias, comparecieron Xavi Hernández, un catalán de Terrassa, convertido en el faro de un equipo, el de Guardiola, que ha revolucionado el fútbol mundial, e Iker Casillas, un madrileño de Móstoles que ha volado tan alto que ha alzado dos Eurocopas y un Mundial con España, lo nunca visto. Y teniendo siempre a Xavi a su lado. Tras recibir de manos de SAR Felipe, el Príncipe de Asturias, oyeron palabras principescas. "La ejemplaridad brilla asimismo en Casillas y Xavi. Simbolizan los valores de la amistad y el compañerismo más allá de la máxima rivalidad de los grandes equipos. Modelo de los jóvenes. La amistad como valor añadido", dijo el heredero de la Corona en su discurso. Antes, presentaron a Xavi y Casillas en Oviedo, sin citar de donde procedían (no se escuchó la palabra Barça o Madrid) ni lo que les une cuando llevan la misma camiseta (la roja de España). Les une su amor al fútbol.

AUSENCIA Ayer, un catalán, al que le costó tanto triunfar en su propia casa que hubo un tiempo en que dudó incluso en seguir y tuvo la tentación de exiliarse, y un madrileño, que escucha sus primeras críticas ahora en el Bernabéu porque no comparte la filosofía mourinhista , dejaron por unas horas su ropaje de futbolistas, se colocaron trajes oscuros, corbatas discretas y se citaron en Oviedo tras una tormenta de clásicos, la del 2011, que estuvo a punto de acabar con una larga amistad. Pero lo que nació en Nigeria cuando eran jóvenes anónimos en busca de un sueño, ni siquiera la rivalidad de los últimos años lo ha podido romper. Ahora, transformados en estrellas globales, caminaron humildemente felices por la alfombra azul del teatro Campoamor.

"GRANDEZA DE ESPIRITU" A Xavi le acompañó su familia (Joaquín, su padre, María Mercedes, su madre), Nuria, su discreta novia --no tiene el glamour ni el impacto mediático de Sara Carbonero, la compañera de Casillas-- y el presidente del Barça, Sandro Rosell. Con el portero del Madrid, en cambio, no estuvo Florentino Pérez, quien delegó en Fernando Fernández Tapias, vicepresidente, y Emilio Butragueño. Si no fue con Ronaldo a Mónaco, tampoco podía ir ayer con Casillas para evitar más divisiones aún en el vestuario. Rosell estuvo con Messi e Iniesta en la gala de la UEFA que premió al de Fuentealbilla como el mejor de Europa y ayer fue a Oviedo.

PIQUE PIDE A PUYOL Justo antes de iniciarse la ceremonia, Piqué quiso reinvidicar la figura de Puyol. "Sinceramente, no entiendo que Puyol no esté recogiendo el Premio Príncipe de Asturias con Iker y Xavi", escribió en su cuenta personal de Twitter tras recordar que "representa, igual que Iker y Xavi, todos estos años de éxito. Ellos fueron los primeros en iniciar esta generación". Pero no se premiaban los éxitos sino, como recordó el Príncipe Felipe, "la grandeza de espíritu y la excelencia personal además de la profesionalidad" ya con el diploma en sus manos. De hecho, el palista Saúl Craviotto le contestó que "no entiendo cómo no está David Cal". Tras el abrazo en Oviedo, vuelta a casa porque les espera, de nuevo, el balón.

Xavi vuela hoy a Madrid para jugar en Vallecas. Y Casillas lo hará mañana en Mallorca, convertidos ambos en príncipes de la amistad. "Ahí radica la grandeza de Iker y Xavi, en su alto nivel de humanidad", recalcó el Príncipe de Asturias. Acabado todo, regresaron como si hubieran ganado el Balón de Oro.