Hubo un tiempo, no muy lejano en que los follones por dopaje no figuraban en el guión del Tour. ¿Casualidad o no? Pero entre 1999 y el 2005 apenas se recuerdan turbulencias más allá del aplastante dominio sobre sus rivales que ejerció Lance Armstrong, ahora cuestionado y acusado por la agencia de su país de acogerse a las sustancias prohibidas para conseguir las siete victorias en París. Mañana, el presidente de la Unión Ciclista Internacional, Pat McQuaid, que tampoco sale bendecido en la investigación estadounidense, hará público el veredicto de su federación, que podría dejar los siete títulos en blanco.

Sí se anota el nombre del lituano Raimondas Rumsas, tercero en el 2002, el típico corredor flor de un Tour, aunque su entrada en la lista negra se debió por una circunstancia ajena a la prueba: su mujer fue detenida en una carretera alpina porque su vehículo, matrícula extranjera, levantó las sospechas de la gendarmería, la mujer se puso nerviosa, le hicieron abrir el maletero y, voilá, llevaba de todo. Rumsas dio positivo por EPO en el 2003 y en el 2006, junto a su mujer, fue condenado en Francia por tráfico de sustancias estupefacientes.

Los exgregarios de Armstrong que lo acusan de dopaje han denunciado a la Usada, la agencia estadounidense, que en el equipo estaban al tanto de los horarios de los controles con lo que era posible prepararse con sueros y otras sustancias para eludir sorpresas. Lo cierto es que ni en el US Postal ni en el Discovery Channel hubo problemas de dopaje y sí, en cambio, ciclistas que abandonaron la escuadra dieron positivo más adelante cuando militaban en otros conjuntos. Los más sonados fueron los de Roberto Heras, desposeído de la Vuelta 2005, y de Floyd Landis, positivo por testosterona y tachado como vencedor del Tour del 2006.

Mientras el Tour circulaba al compás de los pedales de Armstrong, la llamada paz de Armstrong, siempre con la ronda francesa atada y bien atada desde la contrarreloj inicial, la Vuelta sufría la descalificación de Heras y el Giro se veía envuelto el 6 de junio del 2001 en una operación policial, digna de los mejores filmes de acción, con el registro por los carabineros al complejo hotelero que ocupaban en San Remo la mayoría de equipos participantes y donde se localizó una buena suma de fármacos, varios de ellos prohibidos.

Ayer se supo que no se tapó ningún positivo de Armstrong en la Vuelta a Suiza del 2001, pero que sí hubo un "análisis sospechoso" de EPO del ciclista, al igual que también sucedió en el Dauphiné 2002, en una época en la que el test no estaba afinado, por lo que "no se podría calificar como positivo".

Armstrong, por su parte, en Austin (Texas), en la celebración del 15º aniversario de su fundación (Livestrong), a cuya presidencia renunció el jueves pasado, no quiso hacer más referencias a su complicada situación más allá de reconocer que eran unos "días muy difíciles para mí y mi familia".