Se abrochan una suerte de kimono y entran al tatami. Saludan a los maestros de antaño y a los dioses. Es su manera de ofrecerles sus respetos. Un leve olor a incienso inunda la sala. Los deportistas se transportan a otro tiempo, a una China clásica en la que aún se cree en los dragones y en el abatimiento del rival a través de la fuerza mental del guerrero. La marcialidad, el arte de la guerra, se desarrolla venciendo primero a uno mismo.

El profesor, José Angel Luque, un experto en artes marciales que se ha formado con los grandes maestro contemporáneos --buscándolos en la propia China-- señala el comienzo de la clase y se pierde la solemnidad ceremonial del comienzo. "Las clases de taichi han de ser distendidas, bastante tensión hay en el día a día como para que encima tengamos que aguantar la seriedad mientras entrenamos", señala el profesor. Los alumnos comienzan a estirar absolutamente todos los músculos. No se debe ejercitar el cuerpo sin antes calentar. Tras la preparatoria, comienza la clase de taichi y se vuelve a solemnidad inicial. Los participantes comienzan a posicionar el cuerpo en una serie de posturas en las que dan movilidad a las articulaciones mientras controlan la respiración. Todo se hace sin premura, controlando cada movimiento. Se busca la relajación corporal, para lo que se requiere una total concentración.

El experto en artes marciales explica que "cuando te adentras en este mundo, descubres la sabiduría, la potencialidad de sus técnicas y las virtudes de sus enseñanzas. Te rodeas de gente ilustrada, preparada para abatir cualquier adversidad que le plantee la vida. Desarrollas valores que van mucho más allá del trabajo marcial en sí". Para la tradición china, el cuerpo es energía y se potencia gracias a los ejercicios de respiración.

Así, el taichi se diferencia de otros entrenamientos mentales, como el chi kung, por ser mucho más movido. No obstante, no se enseñan técnicas de combate. Prima más la coreografía que la marcialidad. "Todo está en la mente", dice el maestro, "con el taichi potenciamos la estructura músculo-esquelética al movernos con una armonía constante, sin cambios de ritmo brucos. Además, la perfecta biomecánica favorece las conexiones neuromusculares y la fluidez de la sangre, lo cual potencia la condición física del deportista", afirma el instructor cordobés del centro Hun Yuan --que viene a siginificar algo pareceido al "estado donde se origina la vida".

También para mayores

El taichi se incluye en el programa de actividad física para personas mayores del Instituto Municipal de Deportes, que persigue incidir en la calidad de vida de los usuarios, al retrasar los procesos biológicos que deterioran el aparato locomotor. Así, se combate el sedentarismo y se retrasa uno de los principales problemas que pueden surgir con la edad: la pérdida de movilidad.