FECHA DE NACIMIENTO 5 DE JULIO DE 1962, EN BECHI (CASTELLON)

TRAYECTORIA COMO JUGADOR CASTELLON (1979), VALENCIA (1981), BARCELONA (1986), VALENCIA (1990), VILLARREAL (1995) Y CORDOBA (1999)

TRAYECTORIA COMO TECNICO MESTALLA (2004), CORDOBA (2005), ORIHUELA (2006) y ALZIRA (2008)

Recién subido de su jardín, Roberto Fernández se pone al teléfono con la voz un poco quebrada por el esfuerzo. Pronto recupera el tono y une las palabras con la soltura de un comunicador. Si en el fútbol le fue bien, su cotización no ha bajado en los medios. Vive en Valencia, pero lleva a Córdoba consigo. Fueron solo dos años, pero vividos con tal intensidad que acabó convirtiéndose en icono.

--¿Cómo le va por Valencia?

--¡Estupendamente! Veo mucho fútbol y colaboro en prensa, radio y televisión. También hago campus de niños para el Barcelona, tanto en España como en el extranjero. ¿Y por allí qué tal?

--Bueno, aquí se han marcado un gran objetivo, subir.

--Está bien marcarse objetivos, es necesario. Pero hay que tener los pies en el suelo y pensar que ese objetivo lo van a buscar al menos diez equipos, y hay unos cuantos que son muy buenos.

--¿El Córdoba entre ellos?

--No soy objetivo porque le tengo un cariño muy especial. Me siento muy identificado con esa tierra. Córdoba tiene mucha fuerza. Han ganado mucho en equilibrio. Cuando estuve, el primer año fue muy bueno porque las cosas se hacían con mucha calma y tranquilidad. Acababa de subir de Segunda B y no estaba preparado para competir en Segunda, pero Manolo Palma lo dotó. Casi llegamos a ser líderes. Después ya llegaron años convulsos y, sobre todo, dando una imagen muy fea.

--¿Con qué se queda?

--Pues veo que el estadio ha cambiado totalmente; está precioso, acorde a la afición que tiene. Una de las cosas que más me encandiló fue la gente, cómo venía al estadio. Y eso que yo era muy crítico con aquel campo. Ni aunque me regalaran una entrada detrás de la portería iría a ver el partido, había que echarle un par de cojones, pero la gente iba, y eso es de agradecer.

--¿Los objetivos se pueden volver en tu contra?

--Sí, pero el fútbol necesita objetivos, la sensación de ir hacia adelante. Siempre hay gente para la que luchar por los puestos de arriba es impensable. Pero siempre hay otros más veteranos que son los que tienen que enchufar a los jóvenes. Hay que acostumbrarse a vivir así. Córdoba es una buena ciudad, con una buena masa social, un buen estadio, creo que una buena ciudad deportiva si la han ido mejorando con los años.

--Bueno...

--Pero quizá el 60% de los equipos de Segunda no tienen la ciudad deportiva del Córdoba. Creo que tiene buenos mimbres y eso no es meterle presión; los jugadores de Segunda tienen que estar acostumbrados.

--¿En su época quién animaba?

--Teníamos buena gente y, sobre todo, seis o siete de Córdoba. Para evolucionar necesitas que seis o siete tengan sangre cordobesa. Teníamos a Rafa Navarro, Juanito, Espejo, Leiva, Sarmiento, Armada, Escalante también era de allí, Verdugo, Esaú, el médico... Todo era de allí. El equipo y el club estaban muy equilibrados y eso que el campo era muy desagradable y la zona de entrenamiento, también. Teníamos que ir de campo en campo, a la universidad, a correr al Brillante. Por suerte el club ha evolucionado, o esa sensación me da.

--¿Por qué se le ha quedado ese vínculo con Córdoba?

--Cuando llegué era muy mayor, tenía 37 años y la gente tenía muchas dudas. Posiblemente venía de vuelta, del Barcelona, del Valencia, del Villarreal, había sido internacional... percibí esas dudas, pero yo no quería estar de paso, sino muy metido en la ciudad y en el club. Viví en Gran Capitán muy a gusto con mi mujer y mis hijas y pasé dos años fantásticos; me hubiera gustado continuar. Recuerdo esos paseos que me daba por la plaza de la Corredera. Jamás podía imaginarme que Córdoba era tan bonita.

--¿Cómo vivió su marcha?

--Como jugador sabía que se había acabado. Tuve una lesión y el tobillo lo tenía muy mal. Tenía que operarme y solo pude jugar el último partido contra el Albacete, pero solo cinco minutos. Aparte, el club ya había cambiado. Ya no era lo mismo que cuando llegué.

--¿En qué lo notaba?

--En la dirección. Entraron otras personas y la relación ya no fue la misma. Noté que se acababa.

--¿Y qué pasó como técnico?

--Me equivoqué al volver al club en aquel momento, fue un error mío, totalmente mío y no le echo la culpa a nadie. Aquello no podía salir bien, era imposible. Mi forma de ser y de pensar nada tenían que ver con las personas que estaban. Fue un error, no tenía ningún sentido. Terminó mal porque tenía que terminar mal.

--¿Piensa volver?

--No, no; volveré solo para ver Córdoba.

--¿Ese banquillo quema?

El banquillo no quema, quema la gente. Las decisiones que se tomaban en el club eran malas.

--¿Tampoco mira a otro banquillo?

--Es difícil volver porque de mi experiencia como entrenador no he sacado cosas muy positivas, siempre ha sido un sufrimiento. Entrenar es difícil porque es complicado poder encontrar un sitio donde te dejen trabajar. Para ir a sufrir, a veces es mejor dejarlo. Los que hemos sido futbolistas tenemos un inconveniente grande, que hemos vivido lo bueno en la otra parcela y lo ves de manera diferente.

--¿Berges qué le parece? Ha pasado de Tercera a Segunda.

--No es difícil dar el salto. Todo se basa en los conocimientos de la persona. Hay entrenadores veteranos que a lo mejor no tienen los conocimientos que otros más jóvenes. Lo que hay que hacer es dejarlo trabajar, que se sienta con la seguridad de que el club está detrás de él y le respalda, y tener un buen cuerpo técnico a su lado.