El Madrid salvó el tipo en Vallecas, donde consiguió la primera victoria lejos de casa (0-2) y sofocó un poco los incendios que envuelven al equipo. Dentro y fuera del campo. En el encuentro aplazado el domingo por un sabotaje en que se cortaron los cables de los focos, al equipo de Mourinho le costó encontrar la luz. Su fútbol volvió a estar en penumbra, aunque con eso le bastó, pese a quedar expuesto a ver al Barça a 11 puntos y tener que mirar la Liga con catalejo. Pero el líder sigue lejos, a 8 puntos, a una jornada del clásico .

Un tanto de Benzema antes del cuarto de hora y otro de Ronaldo, de penalti, terminaron con los problemas de un equipo que sigue sin encontrar su velocidad de crucero y que se mantiene a chispazos. Pudo golear tras el 0-1 y llegó a verse acorralado por el empuje de un Rayo que jugó mejor, pero que no alcanza mucho más con lo que tiene.

Si algo tenía claro el Madrid antes de encarar el ya famoso encuentro de Vallecas era la absoluta prohibición de fallar. No sumar los tres puntos era condenarse a ver al Barcelona a una distancia sideral. Quizá por eso a Mourinho le daba igual cómo saliera el partido o si era carne o pescado. Pese a meterse muy pronto en el encuentro y hacer de la necesidad virtud, el Madrid se olvidó de cerrar el choque y anduvo al filo del alambre más de lo que esperaba.

Los blancos no solo consumían su munición con disparos al aire cuando el Rayo le dejaba muchos metros para salir, sino que permitía que el equipo de Paco Jémez se levantara y le pusiera en serios aprietos. Mourinho destacó la actitud de sus jugadores y proclamó que esta vez su equipo había sido un equipo. Una afirmación que demuestra que al portugués lo que le importa es que sus jugadores destilen más músculo que fútbol. Con Ramos indultado y Modric intentando llevar la batuta, el Madrid dio pronto señales de vida. Fue en una falta lanzada por Di María que Pepe cabeceó en fuera de juego no señalado. El meta Rubén solucionó la papeleta con una excelente intervención.

El Rayo Vallecano intentó zafarse de esa autoridad con la que su rival había encarado el choque. Lo hizo a base de organización y con la salida con mucho criterio de Leo y de José Carlos.

Sin embargo, cuando más chispa tenía el Rayo, un contragolpe iniciado con un taconazo de Marcelo para Ronaldo terminó en un pase de Di María que Benzema remató a placer.

A partir de ahí, el Madrid tuvo el choque en sus manos. Pudo sentenciar, pero volvió a caer en la trampa hasta empezar a descomponerse. En pleno cortocircuito blanco, apareció el Casillas salvador en un cabezazo de Delibasic. El rechace lo remató Labaka y Xabi Alonso sacó el balón en la línea de gol. Sin dejar la caraja, el Madrid salió tras el descanso con el firme propósito de poner el partido en la tómbola. Lo demostró Arbeloa con una cesión a Casillas que Leo desaprovechó de mala manera.

Parecía que al Madrid se le apagaba la luz y la concentración. Xabi Alonso placaba literalmente a Lass cuando se le escapaba. Poco a poco, el choque parecía más proclive al equilibrio, pero Amat se empeñó en terminar con la penurias del Madrid, un equipo capaz de mandar, perdonar y sufrir casi al mismo tiempo. El jugador rayista metió la mano en un centro de Ronaldo dentro del área y el árbitro pitó penalti, que el propio Ronaldo se encargó de transformar. El tanto acabó con todas las curvas del Madrid en el partido, algo endémico en un equipo con mucho movimiento sísmico en el vestuario. Una situación que se transmite al terreno de juego, con broncas como la de Xabi Alonso a Arbeloa por darse la alegría de visitar el área contraria. Frente a eso, el Rayo intentó ir por su carril durante casi todo el choque, pero careció de pegada y acabó sin premio alguno. Todo lo contrario que un Madrid tan necesitado de los puntos que da igual de qué manera los consiga.