Misano pudo ser escenario ayer de tres golpes definitivos al Mundial. Los tres líderes, los hombres que están llamados a coronarse como nuevos campeones de Moto3, Moto2 y MotoGP, triunfaron de forma que los convierte casi en inalcanzables. El alemán Sandro Cortese ya enfila la recta final de su paseo militar a lomos de una poderosa KTM y, tras su victoria en San Marino, aleja al prometedor Maverick Viñales a 46 puntos, casi dos victorias.

Dos victorias, y más, es lo que ha adquirido como ventaja un intratable Marc Márquez ante Pol Espargaró, al que volvió a derrotar en una última vuelta suicida, que distancia al de Granollers a 53 puntos del campeón de Cervera. Y Jorge Lorenzo se aprovechó de las desgracias, todas, de Dani Pedrosa y ganó con una mano una carrera en la que contó con la ayuda de un impetuoso Héctor Barberá, que tiró al pupilo de Alberto Puig en la sexta curva. Pedrosa está ya, a falta de 125 puntos, a 38 del líder.

No es tanto la ventaja que empiezan a acumular los favoritos, es la manera en que los tres líderes, apoyados en máquinas perfectas, controlan cada fin de semana. Cortese, por ejemplo, dejó que hasta diez pilotos (Viñales, Romano Fenatti, Luis Salom, Alex Rins --enorme carrera la suya--, Miguel Oliveira, Efren Vázquez, Jonas Folger, Arthur Sissis y Niccolò Antonelli) se creyesen que podían ganar y, llegadas las dos últimas vueltas, se fue, dejando las migajas para sus rivales. Eso sí, Viñales, desafortunado todo el fin de semana, protestó por la falta de potencia del motor Honda de su máquina: "Algo tendrán que hacer pues es imposible ir con ellos. Yo lo doy todo". Mundial más que perdido. O casi.

Si Cortese es frío, calculador y pillo, Márquez es catedrático en esas asignaturas. Tras ser interrumpida la carrera de Moto2 y celebrarse a solo 14 vueltas, dejó que Andrea Iannone y Espargaró llevasen el peso de la prueba para, en las últimas vueltas, darles alcance y, en un último giro escalofriante, sentenciar, con tres interiores al de Granollers, que respondió con otras dos maniobras suicidas y espectaculares. Era la séptima victoria de Márquez en 12 grandes premios. Márquez tiene el título en sus manos y, además, se niega a correr calculando. Y quien más cómodo lo tuvo era quien más debía de sufrir: Lorenzo, a quien Pedrosa llevaba semanas acosando y manteniéndolo tras su colin. Pero la mala suerte, de nuevo, se centró en el discípulo de Alberto Puig, quinto en el 2006, cuarto en el 2011, tercero en el 2008 y 2009 y segundo en el 2007 y 2010, y que empieza a temer que, de nuevo, se va a quedar con la medalla de plata.

En el momento de apagarse el semáforo, el checo Karel Abraham y Mattias Pasini levantaron la mano. Sus motos se habían calado. Se abortó la salida. Entraron los mecánicos a poner los calentadores en las ruedas y la manta del neumático delantero de la Honda de Pedrosa se atasca, viéndose obligados sus mecánicos a sacar la moto de la parrilla y, por sanción, ha de arrancar el último en la reanudación. Sale, empieza a remontar y mientras Lorenzo huye para siempre, hasta lo más alto del podio, en la sexta curva del trazado, llega desbocado Héctor Barberá y tumba a Pedrosa. Se acaba la carrera y, quién sabe, si el Mundial. "Me duele lo que le ha ocurrido a Dani (Pedrosa), hubiese sido otra carrera impresionante", dijo de corazón el ya gran favorito.