Podría haber sido una fotografía rescatada de una década atrás, Fernando Alonso, Kimi Raikkonen y Michael Schumacher, diez títulos mundiales juntos, dos pilotos que han regresado tras varios años de ausencia y otro que vive su momento más dulce en plena madurez. Tres viejos rockeros que reivindicaron por qué este Mundial de seis campeones en pista es tan especial.

Regresó Schumacher al cajón seis años después de aquel GP de China de 2006, con la edad más avanzada de lAs últimas cuatro décadas de F-1: 43 años y 172 días. "Para esto he vuelto, por eso estoy aquí de nuevo, para emocionarme cuando me dicen por radio que soy tercero, el final más dulce de una carrera sorprendente. Es una sensación maravillosa", dijo visiblemente emocionado el Kaiser, tanto que no acertó a hablar en alemán, en el unilateral de la televisión, cuando cada piloto habla en su idioma. "¿Estoy hablando en inglés no?", dijo a media locución. Aún estaba procesando los acontecimientos de una carrera loca. "A poco del final, desde el muro me indicaban que era séptimo y Webber noveno, y al cruzar la meta pregunté cuál era mi puesto real. Cuando los chicos me dijeron que era tercero, me emocioné mucho", relató con sinceridad el heptacampeón del mundo, el hombre de todos los récords, eso sí, después de librarse de una sanción por "buena voluntad" tras haber activado el DRS en un sector con banderas amarillas.

Andrea Stella, el ingeniero de pista de Alonso que subió al podio como representante de Ferrari abrazó emocionado a Schumacher, del que también había sido ingeniero, lo mismo que de Raikkonen. "El segundo puesto está bien después de verme taponado en la salida por Maldonado, pero no es lo que queríamos", lamentó Iceman, que vuelve a abandonar el paddock de un GP, como le ocurrió en Bahrain o Barcelona, con la impresión de que pudo haber ganado.