Resulta desesperante comprobar que la vida de los neumáticos se ha acabado, que restan pocas vueltas y no hay lugar a un cambio de ruedas, que comienzas a rodar dos segundos, tres, y hasta cuatro más lento, que otros coches se echan encima y que los puntos empiezan a volar. Le ocurrió a Fernando Alonso dos semanas atrás en Canadá, y le ocurrió ayer a Lewis Hamilton en Valencia. Pero ambos gestionaron la situación de una forma diferente, mucho más cerebral el asturiano.

Hamilton acabó con sus neumáticos a falta de cuatro vueltas, en el último giro rodaba dos segundos más lento que Pastor Maldonado. El venezolano estaba remontando con gomas nuevas y llegó a la altura del inglés en la última vuelta. El líder de McLaren se defendió como pudo y acabaron chocando. "Siempre es lo mismo con él", se quejó el venezolano. "Era dos segundos más lento que yo, me emparejé con él, pero no me dejó espacio, me echó de la pista, salté un piano, y perdí el control. El incidente me ha costado el podio". Esa es la versión del piloto de Williams. Pero quizá él tuvo más culpa. Hamilton no le dejó espacio pero él regresó a la pista de forma violenta, sin mirar, chocando contra el McLaren. De hecho, le sancionaron con 25 segundos.

"Mis neumáticos se habían acabado, era casi como si llevara las ruedas traseras pinchadas", reconoció el piloto de McLaren, que quizá opuso demasiada resistencia a Maldonado. "Nunca se deja pasar a nadie, tienes que luchar por cada posición que puedas conseguir", explicó para justificar el accidente. "Si te soy sincero, no sé qué ha pasado. He entrado a la curva y no he salido de ella. Todo lo que recuerdo es estar sentado en el muro a una vuelta del final". Lo hizo tras lanzar el volante en un gesto de rabia. Había llegado a Valencia líder, y se va a más de 20 puntos de Alonso. Cosas de Hamilton.