Tras la victoria merecida ante Francia, disputando lo que en el argot futbolístico se conoce como un "partido práctico" para no confesar que se jugó eficaz pero sin brillantez, la cita ante Portugal tiene un enorme peligro por lo corta de fuerzas que está la selección. Xavi, Iniesta y Silva, fundamentales para el tiqui-taca y la profundidad del juego, han llegado gastados a este final de temporada. Sobreviven en la Eurocopa gracias a una llamativa economía del esfuerzo. Dan todo lo que tienen pero ya no les queda gran cosa en resistencia y potencia. Suplen con técnica y precisión en el manejo de la pelota la imposibilidad de ocupar más espacios sobre el campo durante más tiempo, pero el juego de España es cansino e irregular. Carece de viveza.

Portugal es más peligrosa que Francia por su previsible superioridad física. Eso le facilitará ocupar mucho campo, taponar la parsimonia de la selección española y engrasar los muelles para sus contragolpes rápidos. El seleccionador Paulo Bento no nos ayudará tanto como el francés Laurent Blanc, quien con su admiración y miedo al modelo del Barça contribuyó mucho a que el partido del sábado no fuese incómodo para la Roja. En el fútbol de alto nivel quien sacrifica su estilo de juego siempre regala cosas al contrario. Blanc quiso adaptarse a un rival más fuerte sin hacer un cerrojo; alineó un centro del campo más resistente y menos creador y, por esa vía, castró el apoyo a sus dos grandes bazas ofensivas, Ribery y Benzema, lo mejor del equipo. Le debemos una.

Blanc impulsó un partido con poquísimas llegadas a puerta de ambos conjuntos, con escasos disparos a puerta, pero muy controlado por España. De hecho, creó un escenario ideal para la racionalidad de Del Bosque al insistir con un falso 9 que reforzaba la superioridad en esa zona ancha española corta de fuerzas y que llegaba desde atrás al área contraria. Esta vez no fue Cesc quien metió el gol, pero Xabi Alonso hizo el remate decisivo del partido, el 1-0 que lo encarriló, en una maniobra atrás-adelante típica de este tipo de planteamiento.

El partido con Portugal es nítidamente como un nuevo Barça-Madrid. Con Ronaldo, Pepe y Coentrao por un lado, y los bajitos azulgranas, por el otro. Solo faltará Mourinho.