Parecía que jamás volvería a ocurrir algo similar en Francia, pero no faltó mucho. Solo la intervención del seleccionador galo, Laurent Blanc, un tipo inteligente y respetado, y de algún peso pesado ya escarmentado, como Franck Ribéry, evitó el desastre. Tras la derrota ante Suecia, el pasado martes, se oyeron gritos en el vestuario bleu . Los egos y las discusiones volvieron a tomar protagonismo, pero esta vez había un par de diferencias. Al frente de la nave no estaba el gris Raymond Domenech y la selección seguía viva.

Blanc analizó ayer sin tapujos el amago de crisis que agitó a un país tremendamente sensible a este tipo de situaciones. "Sabemos de dónde venimos y a dónde vamos. Hay gente que todavía tiene sus demonios dentro. Es cierto que dos o tres jugadores gritaron, pero la rabia es necesaria. Eso sí, también hay que saber calmarse", dijo el seleccionador, que afrontó con entereza una decena de preguntas relacionadas con la revuelta.

DE VACACIONES EN PUNTA CANA Tras el encuentro disputado en Kiev, el seleccionador tuvo una fuerte discusión con Ben Arfa, al que recriminó que utilizara el móvil justo después del partido. El futbolista le reprochó el cambio a los 60 minutos y le dijo que había jugadores "mucho peores". También le soltó un contundente: "Si quieres, envíame a casa". Pero Blanc mantuvo la serenidad. "Estoy para eso. Hay que calmar a todo el mundo. Hubo tensión, pero lo importante es hablar y solucionar las cosas". Domenech no lo hacía.

No fue el único altercado. Alou Diarra reprobó a Nasri su escaso esfuerzo en labores defensivas, mientras el jugador del Manchester City le recriminó su falta de educación. Florent Malouda, uno de los que vivió el terremoto del 2010, echó más leña dirigiéndose al grupo, que tuvo una actitud muy discutible: "Parecía que estábamos de vacaciones en Punta Cana". Ribéry, al menos, puso algo de cordura: "Ya fuimos el hazmerreír del mundo hace dos años. Basta".

El astro del Bayern de Múnich medió entre sus compañeros y, junto al técnico, ayudó a apagar el fuego. "No hay conflictos, a veces se concentran demasiadas cosas y son reacciones naturales. Pero es paradójico que pase esto. Hubo una derrota, pero estábamos clasificados", destacó el técnico, que ha desarrollado una labor complicada desde su llegada al banquillo.

Sin llegar al escándalo del Mundial, la discusión en el vestuario francés tras la inesperada derrota ante Suecia llevó al país a rememorar uno de los mayores ridículos de su historia. Entonces, hace justo dos años, Anelka se enfrentó con a Domenech en el descanso del duelo ante México: "Vete a tomar por culo, sucio hijo de puta". Ese insulto filtrado a la prensa lo incendió todo. Mientras los jugadores buscaban al "traidor", la federación expulsó al entonces jugador del Chelsea. El equipo se negó, incluso, a entrenar antes del último partido, que perdió ante Sudáfrica y acabó colista del grupo. "Antipatriotas" o "La vergüenza del país" fueron algunos de los titulares que inundaron los quioscos en Francia. La fractura entre la afición y la selección fue brutal en un asunto de Estado que precisó la intervención del gobierno presidido por Nicolas Sarkozy. El escándalo salpicó también a Zidane, que tuvo que decir públicamente que no tenía nada que ver con el caos.

La llegada de Blanc ayudó a calmar los ánimos. Sin hombres como Henry y Anelka, emprendió una renovación total que se puede apreciar en esta Eurocopa. Del Mundial tampoco están, por ejemplo, Gallas, Gourcuff, Djibril Cissé, Toulalan y Abidal, a causa de su enfermedad. El técnico renovó el estilo y confió en

tres jugadores de origen magrebí --como Zidane-- desterrados por Domenech: Nasri, Ben Arfa y Benzema. La generación del 87, comandada por tres astros que fueron campeones europeos sub-17 en el 2004. Los buenos resultados de la fase de clasificación y los últimos amistosos habían devuelto la calma, pero todo se descompuso tras el tropiezo ante Suecia. Ben Arfa, uno de los recuperados por Blanc, no será hoy titular. Traspasó el martes los límites. Francia puede perder, pero no quiere sufrir más revueltas. Su imagen está en juego. "Se despertaron viejos fantasmas. No puede pasar nunca más", remarcó Malouda.