En el fondo, el entrenador del Valladolid lo que se está trabajando a base de bien son los play off . Lleva una semana empeñado en transmitir una imagen victimista, hasta cierto punto idílica, de que si no se han logrado los objetivos deportivos es porque otros han trabajado fuera de escena. El gol de Manucho en propia puerta en el minuto 94 ante el Hércules, dejarse remontar un 0-2 contra el Alcorcón... No. El mal viene disfrazado de sombras y, asumido que se tendrá que jugar la plaza final en un ida y vuelta doble deja caer, hace unos días, aquello de que "el Córdoba saldrá con su segundo equipo". Por lo visto, él sí puede hacerlo pensando en las eliminatorias de ascenso a las que se verá abocado y el único que puede hacer algo parecido (solo algo parecido) es el Córdoba, equipo que se impuso a los suyos de manera más que solvente en El Arcángel y que en el Zorrilla le dio un repaso durante una hora. Almería, Hércules y Alcorcón no tienen más remedio que salir con todo. El Córdoba no está obligado y no por un pasteleo, apaño o como quiera llamársele.

Pero Djukic, cuyo padre le insistió en que dejara el fútbol y se dedicara a su negocio/trabajo de operario de excavadoras, tiene una pesada carga de la que fue testigo directo y apoyo en el momento amargo en la figura de Paco. Aquel penalti ante un Valencia primado hasta los ojos (recuérdense los saltos de González al detenerlo) aún tiene una marca indeleble en el carácter del serbio, que por fin ha cogido la excavadora y ha arrasado con todo y con todos. Solo en una cosa estoy de acuerdo con él: "Defiendo todo lo que se decida en el campo". Y eso es lo que ocurrirá sobre el césped de Balaídos. Solo haría falta que Celta y/o Córdoba tuvieran que disculparse por conseguir el punto que necesitan para llegar a sus respectivos objetivos. Lo otro sería que el Córdoba trabajase para Djukic.