El quince de mayo de 1994, al día siguiente de que el deportivista Miroslav Djukic, actual técnico del Valladolid, fallara un penalti en la última jornada ante el Valencia que privó al Deportivo de ganar su primera Liga, Valladolid y Celta --los dos equipos que esta semana luchan por un puesto directo en Primera-- se enfrentaron en uno de los partidos más extraños de la historia. Ambos necesitaban un punto para salvar la categoría. Los vigueses se aseguraban la permanencia; los vallisoletanos, la promoción. Así que los dos equipos se dedicaron a triangular en el centro del campo, en un rondo sin fin, sin acercarse al área. Por supuesto, acabó en empate, lo cual molestó no solo a los perjudicados, como el Lleida, que descendió, o al Rayo, que debió promocionar --su consejero delegado, Ruiz Mateos, comentó que había que obligar a los dos equipos a jugar hasta que marcaran un gol--, sino a los propios locales.

Al término del encuentro una señora accedió a la sala de prensa para recriminarle a Chechu Rojo, entrenador del Celta, que había sentido vergüenza de lo vivido. Un periodista le preguntó: "¿Qué tal habéis comido en Valladolid?".

La prensa también se hizo eco del supuesto pacto. El Mundo de Valladolid decidió dejar en blanco las tres columnas de la crónica del encuentro. "Pantomima" o "bochorno" fueron algunos de los calificativos. En la grada, pese a algunos abucheos, se lo tomaron con humor y se podían escuchar cosas del estilo: "¡Este partido lo vamos a empatar!". Fue ahí cuando nació el famoso "¡que se besen, que se besen!".

DIAS PREVIOS Los días previos al choque ya auguraban algo parecido con las declaraciones de los protagonistas. Vlado Gudelj, actual delegado del Celta, participó. "Es un partido raro, de los que se juegan pocos; tenemos que salir a ganar, pero como mínimo, a empatar". El céltico Gil opinaba que "no vamos a ir al ataque a la desesperada y ellos tampoco".

Una de las frases más recordadas fue la del técnico del Celta, Chechu Rojo. "Saldremos a ganar, pero con el empate también me conformo". En el Valladolid, mismos mensajes. Su entrenador, José Moré, indicaba que "es prudente empatar y, por tanto, no debemos correr riesgos".

BERGES, TESTIGO En aquel Celta jugaba Rafael Berges, que actualmente dirige al filial del Córdoba, aunque se perdió el choque por sanción. Lo resume perfectamente: "Un empate nos servía a los dos y al final se empató". Pero recuerda que la situación era muy diferente. "Nos veíamos saturados por mantener la categoría; fue estresante".

"Celta y Valladolid, dos amigos", tituló El Faro de Vigo . Las ruedas de prensa posteriores fueron parcas en palabras y poco convincentes. "Lo que queríamos era puntuar y no tener problemas; no ha habido más historia", manifestó Rojo. "El partido ha sido tranquilo y aburrido", dijo Moré. Alguno se defendía como podía: "No sé si el campo estaba lento... pero lo cierto es que el empate nos valía a los dos".

Pero Berges cree que el domingo no sucederá nada de eso. "En principio parece que todo es sencillo, pero estas situaciones son complicadas porque hay 30.000 esperando que el Celta ascienda. Además, necesitamos puntuar para quedar lo más arriba posible. Cada cual juega sus bazas, hay gente que le interesa decir que la situación va a ser de una manera, pero el partido es más difícil de lo que se presenta".

MAS CRUCES También se cruzan los destinos de Córdoba y Valladolid, que depende de los blanquiverdes para quedar segundo. Hay quien recuerda que fueron los pucelanos quienes le dieron la puntilla a los cordobesistas en el 2005, cuando visitaron El Arcángel en la penúltima jornada y ganaron 3--4 pese a que no se jugaban nada.

Al final, el fútbol es una noria. Pase lo que pase, hay algo claro: "Un equipo no consigue su objetivo en el último partido; esto empieza en agosto", recalca Berges, que espera un encuentro "inteligente" de ambos.