"Este es un campeonato muy abierto, donde ganará el más consistente, el más regular". Esa era la receta de Alain Prost poco antes de iniciarse el Gran Premio de Mónaco. Esa ha sido también la seña de identidad del francés para acaparar cinco títulos en los años 80 y 90. Es también la estrategia de Ferrari, de Fernando Alonso, catapultado a un liderato con el que casi nadie contaba hace dos meses. Ganó Mark Webber, uno más, seis en seis carreras, lo nunca visto. La ruleta sigue girando, pero Alonso, uno de los bicampeones, es el más constante.

Pastor Maldonado, vencedor en Barcelona, apenas duró una vuelta tras salir último; también abandonó Jenson Button, el ganador en Australia, después de pelearse con el Caterham de Heikki Kovalainen. El mismo camino enfiló Michael Schumacher al verse fuera de los puntos, solo 24 horas después de ser el más rápido en la calificación.

"No creo que haya nadie, ningún ingeniero, ningún diseñador que pueda dar una explicación a lo que está sucediendo, a este campeonato tan loco", se lamenta Martin Whitmarsh, director de McLaren. Lewis Hamilton aún comprende menos. El inglés, peleado con los Pirelli, ha empeorado en carrera su puesto en la parrilla. "No sé lo que sucede, tenemos que trabajar más duro". En el lado opuesto se sitúa Alonso, capaz de remontar en las seis carreras.

También lo hizo ayer, y eso tiene más mérito en las estrechas calles de Mónaco. Que se lo digan a Nico Rosberg: "Estoy frustrado porque tenía el coche más rápido, pero era imposible adelantar a Webber. Mantuvo la ventaja de la pole, sin errores". Pero el asturiano sí supo. "Salía quinto y tenía dos objetivos, ganar una posición en la salida y otra en el cambio de ruedas, y conseguimos los dos". En la arrancada superó a Romain Grosjean antes de que este le golpeara. El francés se fue después contra Schumacher y dio por acabada la carrera en una curva.

Situado tras Hamilton, Alonso preparó su ataque. "Conservé los neumáticos y veía que él iba degradando, así que cuando llegó el momento le ataqué justo antes de la parada. Cuando él se detuvo, pude dar una muy buena vuelta y así le superé", relata el asturiano. Y tanto: hizo su vuelta rápida con los neumáticos superblandos justo en el giro de entrada a boxes, mientras Hamilton no era capaz de dar temperatura a sus ruedas blandas nuevas. Fue en la vuelta 29, una después de Webber y Hamilton, y dos más que Rosberg.

Además de que el rendimiento no decaía, se cernía una amenaza de lluvia que hacía recomendable retrasar al máximo la parada. Así lo hizo sobre todo Sebastian Vettel, el único de los diez primeros que había montado de salida la goma blanda. Y le dio un gran resultado. Pasó por la primera curva sexto y con esa estrategia le arrebató el cuarto lugar a Hamilton y el quinto a Felipe Massa, que dio en Mónaco otra sensación muy distinta al año pasado, la de poder estar más cerca de Alonso.

Todo parecía estabilizado cuando unas gotas de lluvia sembraron el desasosiego. Webber se volvió prudente y Rosberg, Alonso, Vettel, Hamilton y Massa formaron un tren tras él. El ritmo decayó seis segundos por vuelta. Y así acabaron, sobre un asfalto seco, con Webber ganando su segunda carrera en Mónaco y con Alonso líder del Mundial del 2012 pero ya en solitario.