Como si de un círculo predestinado se tratara, el Córdoba de Paco Jémez tocará la gloria en el escenario en el que ambos debutaron de la mano en Segunda en el año 2007. Un Córdoba, el de hoy, muy diferente a aquel. Porque con este, ahora más que nunca, hay que recordar que estaba hecho teóricamente para disputar la Liga de los parias, de los desheredados, de los famélicos, de los que han recibido cientos de dentelladas de la crisis general y de la mala gestión particular. Un equipo hecho, si no de saldos, sí de desconocidos en gran parte. Un Córdoba que ha cosechado en casa tantos puntos en El Arcángel como los logrados en otras temporadas en los 42 encuentros de Liga. 48 con los tres sumados anoche ante un Murcia que si hubiera competido como lo hizo ante los blanquiverdes estaría en la pelea en la que se encuentran inmersos los de Jémez, uno de los principales artífices de la rebelión cordobesista en la 2011/12. El de Fátima se empeñó desde la pretemporada, allá en el verano pasado en La Manga, en que un pobre puede andar por los salones más lujosos con dignidad aunque tenga cocodrilos en los bolsillos y gatos en las tripas.

Y anoche volvieron a sonarle esas tripas, comidas por la tensión que lleva acumulada esta plantilla en las últimas semanas. Se hizo palpable desde el minuto uno. Un Córdoba que era empujado mitad por su afición y la otra mitad por su corazón, por todas sus vísceras... Por su sangre. Y, como se ha venido repitiendo en los dos últimos meses, con una sola idea en la cabeza (no cabían más): ganar como sea. Jémez dispuso de nuevo a Dubarbier en la banda izquierda y a Pepe Díaz por el enfermo Patiño. El argentino, sin tanta libertad como en el encuentro como el Cartagena, volvió a brillar para reiterar el mensaje de que es un jugador de superior categoría. Jémez necesitaba, en todo caso, que aparecieran los importantes, los nombres y los hombres clave de su equipo a lo largo de toda la campaña. Apenas el zurdo cedido por el Lorient, Gaspar y López Garai lo hicieron con tanta continuidad como brillantez. Pero no hay que restar mérito, ni mucho menos, a los otros once que intervinieron en algún momento del encuentro de anoche. Y entre ellos una mención especial para Charles, no solo por su gol. Volvió a parecer al Charles que este Córdoba que roza la gloria necesita.

El gol del brasileño a centro de Dubarbier dio algo de temple a un Córdoba que se mostró la primera media hora demasiado tensionado, queriendo rematar a puerta cuando aún no había pasado del centro del campo. El Murcia, con miles de razones para competir, tal y como se encargó de recordar el respetable, nadaba hasta ese momento a favor de corriente. Un muro en la medular y muy poquitos sustos para Javi Jiménez. De ahí que la actuación de Dubarbier tomara mayor dimensión si cabe. Desde ese primer gol hasta el descanso se vivieron los mejores momentos de los blanquiverdes, así como en el primer cuarto de hora del segundo acto, con el tanto de un Borja que sigue demostranto tanta calidad como dudas físicas. El 2-0 reactivó al Murcia, que en apenas 15 minutos hizo los tres cambios reglamentarios. Los locales, con el marcador en franquía y viendo al enemigo volcado y con una tensión competitiva tan admirable como sospechosa, se dedicaron a montar contragolpes que elevaban el peligro exponencialmente. Pero este Córdoba siguió padeciendo del mal que le ha hecho sufrir

toda la temporada: su falta de clarividencia en los últimos metros. Pero en esta oportunidad a esa ausencia de instinto asesino se unió el gol de Chando en el minuto 81, lo que convirtió El Arcángel en un manicomio en el que todos los pacientes no sabían qué parte de su psicosis provenía de lo que veían sobre el césped o de lo que escuchaban por la radio. En todo caso y a pesar de la tensión, los blanquiverdes sí maniobraban bien, con solvencia y, en ocasiones, con contudencia, en los aledaños de Alberto García que, salvo en una ocasión clara veía como la mayoría de los disparos de los pimentoneros los contemplaba desde 25 o más metros.

El errático Jaime Latre decretaba el final del encuentro y el principio de la semana del sueño para el Córdoba, un equipo de una capa social inferior cuando la competición se inició. Este Córdoba de Paco Jémez es el Step de la novela de Federico Moccia. Se ha empeñado en romper todas las líneas preestablecidas, ir en contra de cualquier principio o norma para situarse en una zona noble en la que solo él creía y por la que ha peleado hasta la extenuación. Rebeldía en estado puro que está a punto de recibir el justo premio. Posiblemente, la misma ciudad en la que ese equipo ha jugado durante esta temporada sea la Babi protagonista, una chica de clase media-alta que mira con cierto desdén a su antagonista, con un punto de desconfianza, pero que sin embargo se siente profundamente atraída por él. Habrá que demostrarlo claramente en una ocasión final que generará este mismo Córdoba (Step) en Vigo, dentro de unos días. Luego tocará la unión final, completa, que sirva no solo para un partido o una eliminatoria, sino que lleve más allá. Lo que algunos llaman amor. Por lo pronto, el Córdoba dio el primer paso y con lo realizado anoche se colocó, si no a tres, sí a un metro sobre el cielo.

Estadio: El Arcángel

Asistencia: 12.655 espectadores

Terreno de juego: Muy bien

Córdoba: Alberto García (1), Fernández (17), Gaspar (4), Ximo Navarro (15), Dubarbier (16), Borja (10), López Garai (14), Caballero (21), López Silva (19), Charles (11) y Pepe Díaz (7).

Cambios:

Airam (24) por Pepe Díaz en el 67', Alberto Aguilar (20) por Caballero en el 79' y Vico (29) por Charles en el 82'.

Murcia: Javi Jiménez (25), Molinero (7), Luciano (15), Jorge (5), Oscar Sánchez (6), Iturra (6), Richi (20), Albiol (18), Emilio (19), Pedro (8) y Chando (9).

Cambios:

Cerrajería (10) por Iturra en el 46', Borja (22) por Richi en el 57' y Sutil (11) por Albiol en el 64'.

LOS GOLES

1-0 (37') Contragolpe local en el que López Silva abre a la banda a Dubarbier. El argentino centra al segundo palo y Charles, solo, remata con el exterior del pie.

2-0 (55') Jugada individual de Borja, que se apoya en Fernández y dispara desde la esquina del área pequeña, cruzado, batiendo a Javi Jiménez.

2-1 (81') Chando bate a Alberto García de tiro cruzado al recibir un pase atrás de Pedro.

EL ÁRBITRO

Jaime Latre (C. Aragonés)

No contentó a nadie. Amonestó a los locales López Silva (33'), López Garai (85') y Airam (86') y a los visitantes Molinero (26'), Iturra (30'), Albiol (57'), Chando (63'), Cerrajería (74') y Luciano (78').