La Federación Andaluza de Fútbol presentó ayer la tarjeta de la salud, una de sus iniciativas estrella, que nace con el objetivo de recaudar fondos para los clubs y, además, mejorar las condiciones de seguridad sanitaria de los jugadores y de todas las personas que acceden a un campo. La tarjeta en sí no tiene ninguna utilidad, sino que es un instrumento para colaborar a la autofinanciación de las entidades futbolísticas andaluzas que pasan por problemas económicos ya que se venderán a cinco euros. En ella aparece información sobre cómo debe practicarse un masaje cardiopulmonar.

Por cada 1.000 tarjetas se entregará --de manera gratuita en un principio-- un desfibrilador de tercera generación, un aparato portátil que puede resultar imprescindible para salvar una vida en caso de paro cardíaco. Lo sabe muy bien Miguel García, exfutbolista del Salamanca que sufrió un infarto mientras jugaba un partido contra el Betis que le obligó a retirarse. "Me atendieron dos cardiólogos en el campo, pero solo pudo reanimarme el desfibrilador", aseguró García, que quiso aportar su importante testimonio en esta presentación.

Eduardo Herrera, presidente de la FAF, explicó que se trata de "una campaña sin precedentes en el ámbito del fútbol no profesional" que, sobre todo, "dará vida", porque hay que recordar que "Andalucía es la comunidad más azotada por la muerte súbita".

Al acto, celebrado en la sede de la delegación cordobesa de la FAF, asistieron además el futbolista Carlos Marchena, José Santiago Murillo, presidente de la delegación, y Miguel Vaquer, representante de la empresa Oxidoc, fabricante de los desfibriladores.