No hubo mucha emoción en el escenario de Nyón, pero si el destino ha elegido que pase lo que puede pasar, muchos corazones corren el riesgo de no resistir el torbellino de emociones que se vivirían el 19 de mayo en Múnich. Lo nunca visto, la final que la Copa de Europa ha ido esquivando como si esperara pacientemente a encontrar a los mejores protagonistas que jamás ha vivido la historia europea. El Barça de Pep Guardiola y el Madrid de José Mourinho, el Barça de Leo Messi y el Real Madrid de Cristiano Ronaldo, el no va más en este tremendo pulso que viven y que parece condenarles a un desafío que va más allá de lo que cualquiera pueda imaginar. Pero a unos y a otros les queda todavía un camino con cuatro paradas, mucho más duro para los azulgranas con el Milan a la vista y el Chelsea en el horizonte, antes de que se haga realidad el clásico de todos los clásicos.

Apareció la primera bola con el nombre del más débil, el invitado inesperado a la fiesta de la Champions, el Apoel Nicosia, y a continuación, Paul Breitner sacó la del Madrid, con Butragueño y Zidane intentando disimular la sensación de haberse sacado un peso de encima.

El Milan, el único rival con el que Guardiola no quería volver a cruzarse tras la liguilla, tal vez por la mala experiencia que vivió con el Inter de Mourinho, al que superó en la fase previa (0-0 y 2-0) y que después le apartó de la final del Bernabéu, reaparece en escena. Sí, Ibra, de una corriente filosófica muy distinta a la suya, otra vez de por medio, aunque con la ventaja del factor campo. Es el único punto en el que Barça y Madrid han recibido el mismo trato. Los dos jugarán la vuelta de cuartos y de semifinales, si se clasifican, en casa.

"Siempre que hemos tenido que ser campeones nos lo hemos tenido que ganar. Tenemos que eliminar a los mejores", subrayó Guardiola, respondiendo en cierta manera a los menosprecios de su querido colega portugués y recordando que también ha ocurrido para llegar a la final de la Copa del Rey.

Tras los primeros emparejamientos (Milan-Barça, Apoel-Madrid, Marsella-Bayern y Benfica-Chelsea) se abrió un pequeño suspense ante la configuración del camino hasta la final. En el fondo, solo había un punto de interés. Saber si los dos grandes podrían encontrarse en semifinales, lo que además provocaría un episodio similar al de la pasada temporada al coincidir con el clásico de la Liga en el Camp Nou. Tres duelos en una semana.

Tal vez, Breitner deseaba haber servido otro orden y evitar que el equipo de su vida, el Bayern de Múnich, y el adoptado, el Madrid, acaben condenados a pelearse entre ellos. Pero ahí no le llegó la mano. Los alemanes, que hace dos años perdieron el título en el Bernabéu con Van Gaal en el banquillo frente al Inter de Mourinho, tienen ante sí la ocasión histórica de jugar la final en su maravilloso Allianz Arena. Si se cumplen los pronósticos y superan al Olympique de Marsella, tendrán que ganarse ese derecho precisamente en el Bernabéu. Y en ese posible pulso, habrá un pieza tan o más incomoda que Ibra para el Barça. Robben regresaría al club del que Florentino le echó de mala manera en contra de la voluntad de Pellegrini. Y en la otra banda estará Ribéry, a quien vistieron mil veces de blanco, pero que nunca llegó a vestir la camiseta madridista, como era el deseo de muchos.

VAN BOMMEL, SANCIONADO El suspense se deshizo. Breitner puso a cada uno en un lado distinto del cuadro y disparó el cosquilleo de culés y merengues ante ese posible final del camino. Pero en el vestuario azulgrana, más partidario de enfrentarse al Madrid a doble partido, nadie mira tan lejos. Ni siquiera más allá de cuartos. "No pienso en una hipotética semifinal. ¡Es el Milan, señores! Tiene siete Copas de Europa, es muy fuerte", dijo muy serio Guardiola.

En el partido de ida, Iniesta puede sentirse un poco más tranquilo. Van Bommel, que tiene debilidad por sus tobillos, no jugará por sanción. Además de él e Ibrahimovic, hay otros dos exazulgranas que también pasaron de largo por el Camp Nou: Zambrotta y Maxi López.

¿STAMFORD BRIDGE? "Será dificilísimo. Necesitamos que la gente nos ayude, que se ponga las pilas para animarnosO, advirtió Guardiola, frenando las cuentas de la lechera que se han disparado. En esas cuentas se deja atrás al Milan, que en su última estampa ante el Arsenal quedó muy malparado (encajó tres goles en el primer tiempo) y estuvo muy cerca de la eliminación, y aparece el Chelsea, dando por hecho que eliminará al Benfica de Aymar, Saviola y Nolito. Si es así, otro viejo conocido.

Y otro recuerdo que revivirán los culés. Ahí, en Stamford Bridge, empezó el camino glorioso de este Barça. Andrés Iniesta se convirtió en San Andrés con un gol milagroso en el último suspiro que abrió las puertas de la gran final de Roma.

Igual que el destino ha elegido dejar en el aire hasta el final ese clásico inimaginable, la imagen de la copa orejuda que el Barça conquistó en Wembley ha reaparecido justo un día después de que la figura que la levantó con aquella alegría haya sufrido un golpe inesperado. Pero aunque no esté en el campo, si hay alguien que empujará con más fuerza que nadie a este equipo hasta Múnich es Eric Abidal.