Ni el frío pudo justificar el discreto partido del Madrid en Moscú, donde dejó escapar el triunfo en el instante final sin acertar a dejar prácticamente sentenciado su pase a cuartos. Especuló y pecó de un control excesivo y estéril ante un rival inferior, que igualó el tanto de Ronaldo en la última jugada del partido en una acción a balón parado, el gran pecado del equipo blanco. Un toque de atención para un conjunto que apostó más por jugar con el freno de mano que por soltarse para dejar clara su superioridad. Al mal sabor de boca que dejó el empate se unió la lesión muscular de Benzema en el primer cuarto de hora.

El fútbol suele castigar a los equipos que no son capaces de imponer su estilo y que se desgastan en labores más cercanas al conservadurismo que a la creatividad. El Madrid pareció estar más pendiente del termómetro del Luzhniki que de ponerse manos a la obra y pasar por encima de la escasa resistencia de un equipo limitado, que apenas le exigió y que tardó 62 minutos en disparar entre los tres palos de la meta de Casillas.

El Madrid se metió de lleno en una labor de control insulso sin mirar más allá. Quiso ser práctico por encima de mostrar otras características que le definen como un equipo más capacitado para la definición y acabó preso de sus propias carencias. Incapaz de elaborar, se limitó a alejar el balón de su campo para buscar algo arriba, con Ronaldo e Higuaín como destinos finales. No fue la noche de zil, que apenas apareció para asociarse con los jugadores de arriba. Tampoco disponer de dos claras oportunidades le hizo replantearse al Madrid el choque. Un disparo de Higuaín lo rechazó el meta ruso y también el inmediato remate de Khedira (m. 17).

Las cosas se pusieron de cara para los blancos con el gol de Ronaldo, que aprovechó un centro de Coentrao y un error de Tosic en el despeje para marcar con la izquierda (m. 28). El tanto fue un tesoro para el Madrid, que ni siquiera con la ventaja en el marcador logró soltarse para terminar de sentirse superior ante un rival muy justo en defensa y muy corto de calidad.

Las cosas parecieron cambiar en la segunda mitad, donde se vio un equipo algo más decidido a romper el encuentro y a tener un mayor control del balón. A ello favorecieron los estériles intentos del CSKA de intentar adelantar líneas con la salida de Honda y Oliseh. No solo no dio el fruto esperado, sino que Ronaldo pudo sentenciar el choque en dos acciones muy claras. La primera tras un buen pase de Alonso que acabó en un mano a mano entre el portugués y el portero ruso, que finalmente sacó el balón (m. 76).

Un minuto después de que Casillas despejara de puños una falta lanzada por Honda llegó otra clara oportunidad para Ronaldo, que aprovechó un rechace para disparar ajustado al poste (m. 83). Cuando parecía que el telón del encuentro se cerraría con la victoria blanca, una jugada a balón parado volvió a convertirse en el gran enemigo de los blancos. Wernbloom aprovechó un rechace tras una falta para marcar con la derecha en el último instante (m. 93). Un mazazo para un equipo que indultó al rival y queja en todo lo alto el guión de la eliminatoria.