En donde todos piensan igual, nadie piensa mucho. Para la galería quedan declaraciones de muchos que se confiesan enamorados de que se aporten ideas porque enriquece el diálogo y, a través de él, llegan las acciones que finalicen en triunfo. Sin embargo, esos mismos son los que en ocasiones no admiten ni la más mínima sugerencia (no digamos ya crítica) para la mejora del grupo. Aquel al que no paran de darle palmadas en la espalda, como sea parte de un equipo... poco tiempo le queda a ese grupo para denominarse equipo. Sea este deportivo o no. Es un concepto que sobrepasa cualquier ámbito. Cuando existe una diversidad en la opinión, aunque este afecte a un solo matiz, a un "pequeño detalle" como le gusta decir a Paco Jémez, y el mismo se ve casi como una agresión... Mal vamos.

Viene todo esto a colación porque hace ya meses, allá por octubre, se avisó desde aquí de la falta de gol de este Córdoba y no faltaron los palmeros, aquellos de "si no estás conmigo estás en contra de mí", los de la adhesión inquebrantable propia de otros tiempos, los que saltaron incluso antes que los propios interesados, para defender lo indefendible, interpretando la crítica, siempre constructiva, como un ataque preventivo y no como una indicación para la mejora futura. Y no hubo forma. Mejor mirarnos el ombligo y quedarnos con el primer árbol que vemos sin pensar si hay un bosque o no. Insistimos: mucho mejor, más productiva, es la lealtad que la fidelidad. Esta última es un seguimiento ciego y, por lo tanto, carente de espíritu crítico. Quien se mantiene leal reconoce las virtudes, como se ha hecho hasta ahora y se hará, indefectiblemente, hoy, pero reitera los defectos. Porque el objetivo es, siempre, mejorar, lo cual no significa que no se alaben los aciertos, tal y como se ha hecho hasta ahora. Sin ir más lejos, los de hace cuatro días.

En aquel mes de octubre (tiempo ha) insistíamos en que a este Córdoba no le salía la ecuación resultante de esfuerzo más calidad más fútbol generado más ocasiones. Cuando se ponía el resultado igual... en demasiadas oportunidades era cero o uno. Los números no cuadraban.

Carlos Caballero, con el acompañamiento de Javi Hervás, dieron una lección durante 45 minutos de caminos de pase, de golpear en el corazón del enemigo, de funcionar y hacer funcionar a su equipo, pero convirtieron al conjunto blanquiverde en un AVE a 300 kilómetros por hora y con clase club incluida, pero sin estación de llegada.

Porque fue lo que le ocurrió al Córdoba en Murcia. Al tren le costó arrancar, pero cuando lo hizo parecía que no hubiera nadie capaz de detenerlo. El pase de Caballero a Patiño para el gol blanquiverde, plástico. El de Hervás a Fede Vico (de nuevo el Multicentrum cordobesista), anulado por Amaya finalmente, de genio. El tren de lujo no iba a ninguna parte.

Y como en octubre, como en Barcelona hace pocos días y en tantos y tantos otros estadios y encuentros en lo que se lleva de temporada, todo resultó inane. Los últimos 15 metros para el Córdoba se convierten en un infierno. Los equipos con los que sigue luchando por mantenerse ahí arriba necesitan la mitad de la mitad de lo que deben generar los blanquiverdes para perforar la portería rival.

Se marcaron tres goles en un partido y otros tres en otro y se sacó pecho, asegurando que no había debate, que era ficticio, que la crítica no buscaba mejorar, sino tensar. Sigue habiendo tiempo para recapitular. Buscar alternativas. Algunas de ellas están en la plantilla, además de la ausencia por lesión de algún elemento.

Pero sea como fuere, el Córdoba perdió ayer por su falta de gol. Y este no es un debate, sino una realidad de hace meses.

Viene todo a ello a colación por la trayectoria de este Córdoba de la 2011/12, este Córdoba de Paco Jémez, este Córdoba de Juan Luna Eslava, este Córdoba de Carlos González... Y este Córdoba de los casi 8.000 socios que apostaron por él el pasado verano, que además quieren que les acompañen en esa apuesta los cordobeses que faltan en El Arcángel cada fin de semana y que seguro que el próximo domingo estarán ante el Celta de Vigo.

Porque la dimensión de este Córdoba es la que demostró anoche en la Nueva Condomina. Un equipo que llega de visitante y quiere jugar con tres defensas, al que le expulsan a los seis minutos a uno de ese trío, que acusa el momento durante más de media hora y que tiene arrestos, capacidad, juego, cabeza, en definitiva... fútbol suficiente como para provocar que el rival se meta atrás en su campo para confiar en un contragolpe. Y ese lujo se lo concedió el Córdoba al Murcia en esa segunda mitad apenas un par de veces. Porque en esos 45 minutos el Córdoba fue un vendaval de fútbol. Y no se puede dejar en el tintero el sacrificio de algunos hombres para que su equipo fuera ese tifón futbolístico: jugadores como López Garai, inconmensurable, o Borja García, entregado a lo que su técnico ha dispuesto sobre el tapete, merecen un detalle especial. Y un pasito por encima de ellos, ayer, alguien del que también avisábamos que debía ser importante y que ha transformado el futuro en presente. Carlos Caballero dio una lección de calidad, sí, de visión, también. Pero aún tuvo tiempo de aportar esfuerzo y solidaridad.

- Ficha del partido:

2 - Real Murcia: Alberto; Molinero, Jorge García, Iván Amaya, Rubén Párraga; Iturra, Richi (Cerrajería, minuto 71), Isaac, Óscar Sánchez (Sutil, minuto 63); Emilio y Cristian García (Chando, minuto 79).

1 - Córdoba Club de Fútbol: Alberto García; David Prieto, Gaspar, Fuentes; López Garai, Javi Hervás, López Silva (Fede Vico, minuto 46), Borja García, Carlos Caballero; Pepe Díaz (Balsas, minuto 86) y Patiño (Quero, miinuto 77).

Goles: 1-0. Minuto 16: Emilio. 2-0. Minuto 40: Richi. 2-1. Minuto 57: Patiño.

Árbitro: José Luis Lesma López, del comité madrileño. Mostró la tarjeta amarilla al local Jorge García y al visitante Carlos Caballero y expulsó al local Emilio, por doble amonestación en el minuto 65, y con roja directa al visitante David Prieto, en el minuto 6.

Incidencias: Partido correspondiente a la vigésima jornada de la Liga de Segunda División que se disputó en el estadio Nueva Condomina de Murcia ante unos 8.000 espectadores.