Hay derrotas que marcan un antes y un después. Derrotas que serán recordadas. Derrotas que hunden y derrotas que reavivan. Esta semana toca hacer la lectura precisa para salir más fuerte de la zurra en Guadalajara. Y no será fácil. Hacerse fuertes en todo lo visto, experimentado y disfrutado con este nuevo Córdoba parido en el concurso de acreedores. Esta es mi aportación. Me sumo a casi todo lo dicho ayer por uno de sus culpables, Paco Jémez: "Igual hasta nos viene bien". Consideraciones tácticas aparte, el equipo lleva demasiado tiempo envuelto en papel de regalo y era difícil no sucumbir a los elogios. Ayer el Guadalajara le puso el lazo. Vendrá bien porque para calibrar el nivel competitivo de este equipo que aspira a hacer historia y que cada vez suma a más gente --a favor y en contra (la envidia), como los grandes-- hay que verlo ahí, desnudo ante sus debilidades, ante sus miserias y zarandearlo del pecho para que reaccione. Tengo la impresión de que esta vez Paco sabe hacerlo bien. Es probable que haya hasta quien aproveche para azotarle con el pasado de otros. Incluso con el suyo propio en Las Palmas. Pero dicho esto, ¿por qué no abrir aún más el abanico de las oportunidades que hoy se brindan? Tal vez el equipo necesite algo más para reforzar el ambicioso mensaje de esta semana. El del ascenso. ¿Y si la afición lo hace dando una lección de compromiso el sábado en El Arcángel? ¿Y si lo hace el equipo con una victoria clara ante el Alcoyano? ¿Y si el Ayuntamiento cierra ya la cesión del estadio y pone recursos a disposición del club? ¿Y si hace lo propio éste con Paco aunque sea para Reyes? Qué dulce derrota sería.