La Vuelta Ciclista a España ha regresado hoy a las carreteras vascas 33 años después, en una jornada sin incidentes, con el respaldo popular de miles de aficionados que han llenado las cunetas, sobre todo en el alto de El Vivero, y con el triunfo de un ciclista de la tierra, Igor Antón.

La carrera entró al País Vasco por el alto de las Muñecas, desde la vecina Cantabria. Allí, entre los aficionados, la esperaban unos cincuenta miembros de diversos colectivos abertzales, como la plataforma por la oficialidad de las selecciones vascas Esait, y el veterano dirigente de la izquierda abertzale Tasio Erkizia, con pancartas para protestar por el paso de la Vuelta y otras que pedían el acercamiento de presos etarras a Euskadi.

Con un fuerte despliegue policial, no ha habido ningún incidente en la entrada a Euskadi, e incluso ha habido unánimes aplausos para el corredor del Euskaltel Igor Anton, escapado ya allí junto a otros tres ciclistas.

La apoteosis popular ha llegado en el alto de El Vivero, un puerto de cuatro kilómetros situado cerca de Bilbao, por el que los corredores han pasado dos veces.

El estrecho pasillo que dejaban los miles de aficionados recordaba a las grandes etapas del Tour, con los corredores de uno en uno y la multitud abriéndose a su paso.

Igor Anton, que es de Galdakao, la localidad situada al pie del alto, ha subido el puerto en volandas, escapado en solitario. Tras los kilómetros de bajada a la ciudad, la llegada a la meta, en la Gran Vía de Bilbao, ha sido un nuevo rugido popular.

La calle principal de Bilbao estaba también llena, con miles de personas que han jaleado a Antón y al resto de corredores. Pocos metros antes de la meta, en plena Gran Vía y al lado de las cámaras de TVE, se ha colocado un grupo bastante numeroso bajo una gran pancarta con el lema "Euskadi no es España" y "Libertad para Euskal Herria".

Allí, discretamente vigilados por efectivos de la Ertzaintza, han coreado gritos en favor de la amnistía para los presos de ETA y de la independencia que, al paso de los ciclistas, han quedado ahogados por los aplausos y voces de ánimo de los aficionados, que han abarrotado todo el centro de Bilbao.

Una vez terminada la carrera, los manifestantes se han dispersado sin que la Ertzaintza haya comunicado ningún tipo de incidente. Mañana seguirá la fiesta, en la penúltima etapa de la Vuelta, entre la capital vizcaína y Vitoria, de 185 kilómetros, que circulará por las carreteras de las tres provincias vascas e incluirá la ascensión al histórico Urkiola.