Córdoba CF: Alberto García; De Coz, Richy, Tena, Fuentes; Callejón (Fernández, m.77), Jorge Luque, Alberto Aguilar, Camille; Pepe Díaz (Oriol Riera, m.81) y Charles (Jonathan Sesma, m.70).

Gimnástic de Tarragona: Rubén Pérez; Xisco Campos, Mairata, Sergio Díaz, Mingo; Gerardo (Rubén Navarro, m.46), Seoane (Miki, m.56), Bergantiños, Morán, Felipe Sanchón (Álvaro Rey, m.76); y Powel.

Gol: 1-0, M.38: Pepe Díaz.

Árbitro: Jorge Valdés Aller (Comité Castellano-Leonés). Amonestó a los locales De Coz y Alberto Aguilar y a los visitantes Sergio Díaz, Mairata y Mingo.

Incidencias: Partido disputado en estadio Nuevo El Arcángel ante unos siete mil espectadores. Antes del partido fue homenajeado Rafael Márquez Campos, recientemente jubilado tras muchos años como utillero del Córdoba.

Tras la victoria en el Gran Canaria, con gol del conquistador del territorio guanche, Alberto Aguilar, explicábamos que el Córdoba, este Córdoba sujeto a todo tipo de imprevistos, miradas desconfiadas y críticas algo cortas de mira, había dado un golpe en la mesa reclamando un mínimo respeto. El conjunto blanquiverde puede tener ausencias y salidas del equipo titular, quedarse --casi-- sin bandas o alinear un grupo de futbolistas que para nada era el previsto allá por el mes de septiembre. También puede sufrir tres derrotas consecutivas que le coloquen justo al borde del precipicio pero, su mérito, lo que se debe reconocer a este Córdoba es que en ningún momento ha padecido vértigo. Ni miedo. Más bien responsabilidad y compromiso. Y eso, en un equipo en el que muchos de sus componentes no estaban llamados a ser protagonistas ni a estas alturas de temporada ni a lo largo de la misma, tal y como lo están siendo. En esta película hay que reconocer el trabajo y esfuerzo de esos secundarios que se ponen al nivel de los protagonistas, sin desmerecer a estos últimos o, al menos, a la mayoría.

Así que con ese grupo, con el que hay, más Lucas Alcaraz, el Córdoba ha descartado ya a tres equipos de los que luchan por el descenso y está a un paso de eliminar al cuarto. La jornada terminará para los blanquiverdes con una distancia no menor a siete puntos con el descenso y el gol average ganado y, con respecto a la temporada pasada, este Córdoba tan solo tiene un punto menos que aquel. A pesar de bajas. Con el hándicap de lesiones de larga duración. Con inconvenientes a modo de sanciones y de estados de forma sospechosos. Y, recordémoslo, con deudas a la plantilla. La ovación del escaso público que se dio cita en El Arcángel, ayer, al terminar el encuentro contra el Nástic de Tarragona era en parte un compendio de todo lo anterior. Un reconocimiento a la respuesta de una plantilla que ha tenido muchos, excesivos problemas a lo largo de la actual temporada.

BUEN INICIO Como lo que funciona no se toca, Alcaraz decidió dar continuidad al once que se impuso en Tenerife con la salvedad del regreso de De Coz a la banda derecha y la vuelta de Fernández al banquillo. Y el primer tercio del encuentro era una continuidad de los mejores momentos en el Heliodoro, hace una semana. En apenas tres minutos el conjunto blanquiverde había botado otros tantos saques de esquina. Charles había puesto a prueba en dos ocasiones a Rubén Pérez, y Callejón y Luque insistían en la mirada vertical de su equipo. El Nástic intentaba preocupar a los locales, pero Felipe Sanchón y Gerardo, ambos a balón parado, fueron argumentos insuficientes para Alberto García. El Córdoba, por su parte, se entregaba al buen trabajo de Pepe Díaz y Charles en la presión, robando balones en la línea de tres cuartos, y a las segundas jugadas.

Mediado el primer acto, el encuentro se equilibró ligeramente, aunque el control fue siempre blanquiverde. Morán dio el único susto en toda la tarde a la parroquia que se dio cita en El Arcángel (min. 24) y cuando esa fase de cierta tranquilidad parecía que se iba a prolongar hasta el descanso volvió a aparecer Pepe Díaz, que confirmó que lo visto en Tenerife no fue un viento de primavera. El de Almodóvar ha vuelto y ayer dio el gol que valió los tres puntos.

Lo mejor que se puede decir de los blanquiverdes es que mostraron homogeneidad. Ninguna línea destacó mucho con respecto a las demás, por lo que la sensación de bloque fue consistente

El Córdoba es uno de los equipos más anotadores de Segunda, pero la falta de puntería ayer le condenó a cierto nerviosismo en los minutos finales. En todo caso, el Nástic no inquietó demasiado

La segunda parte comenzó con la confirmación de que Fuentes continúa evolucionando. Una subida del de La Fuensanta, culminada con un gran centro, fue la primera ocasión blanquiverde. Pepe Díaz remató en el aire, pero el balón se fue por poco. Paulatinamente, los de Lucas Alcaraz dieron el balón a los visitantes con la clara intención de matar el encuentro a la contra.

INACCESIBLE El Nástic se peleaba contra el muro blanquiverde y solo pudo crear cierto peligro a balón parado. Un córner era rematado de cabeza por Mairata (min. 56) y, acto seguido, Jorge Luque conectaba con Callejón, aunque el motrileño se encontraba en fuera de juego. Camille habilitaba poco después al interior derecho cordobesista, que lanzaba un disparo raso que atajó Rubén Pérez (min. 66). Charles buscaba con ahínco su 11º gol, pero el portero grana lo impidió. El brasileño volvió a cuajar una gran actuación, pero ayer no tocaba.

Los últimos 20 minutos de partido sirvieron para comprobar cómo se acentuaban las actitudes de unos y otros. Los contragolpes blanquiverdes eran cada vez más peligrosos, aunque Jonathan Sesma desperdició el primero de manera incomprensible (min. 75). Los de Juan Carlos Oliva, por su parte, eran el ejemplo de la diferencia que hay entre el querer y el poder. Quizá por ello, un Powel desesperado buscó la individualidad. El holandés avanzó unos metros en oblícuo, acercándose al borde del área blanquiverde para sacar un disparo duro que se encontró con Alberto García. El Córdoba continuaba desperdiciando ocasiones, algunas de ellas clarísimas. Preludio de estas fue un disparo de Callejón, justo antes de ser sustituido.

¡PEPE DE MI VIDA! Entre los fallos que se encuentran en el terreno de lo incomprensible, el de Pepe Díaz. Al de Almodóvar le llegó un balón al pie, a tres pasos de la línea de gol, con la portería vacía. El esférico terminó en la obra del fondo sur. Pero no fue el único. Después de otra buena individualidad de Camille, Jorge Luque también desperdició la ocasión de dar tranquilidad a todos, equipo y afición. Jonathan Sesma, algo acelerado en los minutos que estuvo en el campo, también volvió a disfrutar de otra oportunidad, pero no había manera. Hasta Fernández llegó a probar desde fuera del área, pero una vez más tocaba intranquilidad hasta el pitido final. Lo cierto es que poca, ya que el Nástic daba la sensación de haber bajado los brazos, víctima de su impotencia al ver a un rival con más empaque y con una enorme capacidad de lucha empujado, además, por el aliento de su ayer escasa afición.

EN LOS 41 PUNTOS Traspasar la barrera de los 40 puntos y mirar hacia abajo con cierta tranquilidad obliga también a echar esa mirada a los secundarios que se han convertido en protagonistas y a los protagonistas que asumieron su rol. Los minutos finales, plenos de lucha por parte del conjunto local para evitar perder lo que por derecho le pertenecía evocaba alguna escena cinematográfica. El Córdoba demostró ayer una vez más el espíritu de Invictus , que dejó una gran frase para aplicar a todos y cada uno de los pupilos de Alcaraz: "Doy gracias al Dios que sea por mi alma inconquistable. Soy el amo de mi destino. Soy el capitán de mi alma". Este Córdoba, entre otras cosas, ha demostrado que también posee alma.