La mañana de ayer dio mucho de sí. Tanto que antes de la concentración de la selección española en Las Rozas para encarar los encuentros ante la República Checa y Lituania hubo tiempo para todo. Torres se dio una vueltecita por Fuenlabrada, su ciudad natal, para recibir un homenaje. Villa e Iniesta asistieron al estreno de su figura en el Museo de cera poco antes de reiterar su malestar por las sospechas de dopaje. Luego, una joyería hizo un guiño a la crisis y regaló a cada jugador y al cuerpo técnico un reloj de oro de 24.000 euros.

La convocatoria de La Roja se convirtió en una especie de mosaico de la actualidad. Un colaje en el que cabía todo. Desde los clásicos que vienen en Liga y Copa y, quien sabe, si en Champions hasta el orgullo de dos inquilinos de la selección al ver sus figuras de cera vestidos con la camiseta. La réplica de Villa fue casi perfecta. Incluso el delantero asturiano se sorprendió por la fidelidad de la obra en la que no faltaba ni la perilla que luce. "Me recuerda momentos muy intensos y muy bonitos que viví en el Mundial", dijo El Guaje. La de Iniesta reflejó la eterna palidez del hombre de la final de Suráfrica, que agradeció que la afición le eligiera para estar en el museo. "Es un orgullo. Me encanta que mi figura esté en Madrid, pero yo no pienso moverme de Barcelona porque estoy muy bien donde estoy", manifestó Iniesta.

Todo iba bien hasta que la actualidad se coló en el museo y amenazó con derretir la fiesta. Ahí comenzaron los recelos de los jugadores del Barcelona cuando se les preguntó por las sospechas de presunto dopaje. Alguno intentó quedarse de cera, pero no hubo más remedio que alinearse con Sandro Rosell, el presidente del club catalán. "No sé si el Madrid está detrás de lo del dopaje. Supongo que si hay un juicio y van hasta el final se verá. El presidente ha dicho lo que pensamos todos. Está muy enfadado. Todos queremos llegar al final de esto para saber la verdad de todo", dijo Villa.

La cosa no mejoró cuando los jugadores tuvieron que pasar el habitual control antes de un partido oficial por parte de la Comisión Estatal Antidopaje. Piqué creyó que era cosa de la UEFA y así lo expresó.