Corría el riesgo de alarmar, de crear un estado de ansiedad sin justificación. Empezó perdiendo el Córdoba y de haber cosechado su cuarta derrota seguida se hubiera quedado a solo cuatro puntos del descenso.

Pero el nerviosismo solo aparece en función de la ambición. Ya quisiera el Tenerife disponer de cuatro puntos sobre Segunda B. Los blanquiverdes tienen siete, los mismos que les separan del play off. Me resisto, hoy, a pensar en esas plazas por una victoria en el campo del antepenúltimo. Por mucho Tenerife que sea, es el estadio donde más equipos han ganado (7). Me resisto a pensar en esos puestos, aunque reconozco que me ha fastidiado el gol del Elche en el último minuto. Al final resulta que el subconsciente manda sobre todo. Y que nos agarramos a cualquier clavo, por débil y fino que sea.

Pero esta vez me resisto a mirar hacia arriba. Entre otras cosas, porque veo a los equipos que nos rodean, Recre, Huesca, Valladolid y Numancia, y no los veo verdaderos aspirantes. Así que tampoco voy a ver al Córdoba. Trataré de convencerme de ello, salvo que llegue a los 50 puntos en un mes. Mientras tanto, me conformaré con ver a cinco cordobeses en el once y a canteranos en la convocatoria. Que no es poco. Parece que nunca hay tiempo para sembrar y estos tres meses pueden ser muy fértiles.