"Este partido también lo ganarás. No estás solo". Mientras esas palabras desfilaban anoche por los gigantescos videomarcadores, el Camp Nou, un estadio con alma, se estremecía. Aún aplaudía entregado a un hombre que no estaba con ellos. A un jugador que seguía ingresado en una clínica de Barcelona mientras miles de personas, muchas de ellas con su camiseta, se entregaban de manera tan emotiva que el estadio tuvo, como diría Cruyff, la "gallina de piel".

Resultó algo tan extremadamente sencillo como profundo. Había tal cantidad de pancartas que llenaron el estadio, transformado en un improvisado muro de solidaridad hacia Abidal, ese defensa del Barça al que le detectaron el pasado martes de forma repentina un tumor en el hígado. No hace ni una semana, concretamente el domingo en Sevilla, Abi, "uno de los nuestros", como lo definió Guardiola, dejaba un despeje con la cabeza para la historia. Desde el césped del Sánchez Pizjuán y arrastrando su poderoso cuerpo, le quitó la pelota a Negredo, una imagen que se recuperó ayer en el Camp Nou. Luego apareció el maldito tumor. Después, el vestuario quedó impactado, sin entender qué demonios había pasado.

Y ayer, cuando Abidal tenía que estar en el eje de la defensa, el Camp Nou se entregó con toda su energía al hombre, a la persona, mucho más que al futbolista. Además de numerosas pancartas y de los gestos previos (los jugadores del Barça lucieron una camiseta azul con la inscripción "Te queremos Abi" y los del Getafe llevaron una negra con "Animo Abidal") se escuchó una imponente ovación en el estadio. Duró casi tres minutos. Tres conmovedores minutos.