Acabó el Barça en el área pequeña del Sevilla, pero no le sirvió para ganar un partido que era suyo, a pesar de que se lo complicó con un mal inicio de la segunda mitad. Pidiendo la hora terminó el conjunto andaluz porque logró la proeza de solo encajar un gol legal. Entre el larguero, un gol increíblemente anulado a Messi y la falta de puntería se le fue al Barça un premio que era suyo.

Tic, tac, tic, tac.... El balón iba suave, preciso, juguetón, de aquí para allá, de punta a punta de la pradera del Sánchez Pizjuán, guiado por unos marcianos que asustaron a miles de sevillistas hasta dejarlos en el más devastador de los silencios. Tic, tac, tic, tac.. Cantó El Arrebato, el himno del centenario del club andaluz, junto a la afición, que no necesitaba ni la música, en uno de los momentos más espectaculares del fútbol español. Acabó tan emocionante himno y empezó el Barça a dignificar el fútbol con un himno a la pelota. Tic, tac, tic, tac... El balón era casi siempe suyo. Casi siempre. Y cuando no lo tenía, lo recuperaba a una velocidad supersónica.

GOL ANULADO A MESSI Puede que haya equipos más fiables en el planeta, tal vez existan en algún lugar, pero ninguno tiene la belleza armónica del Barça de Guardiola, construido como si fuera una joya única. Y lo es. Marca incluso sin disparar a puerta. Una soberbia asistencia de Iniesta para Alves dejó a este solo ante Javi Varas, el meta del Sevilla, y de repente la pelota cayó al otro lado, donde estaba Bojan. Perdón, donde llegaba Bojan. Desde atrás, como se espera de un delantero del Barcelona, Bojan hizo, quizá, un mal control, pero luego supo proteger con su pequeñito cuerpo las embestidas del alocado Martín Cacéres hasta que la pelota, tic, tac, tic, tac..., cruzó suavemente la línea de gol como si no quisiera perturbar tanta belleza.

Ese tanto de Bojan era el primero que subió al marcador. Pero era el segundo que se vió en el Sánchez Pizjuán. Aún se pregunta Messi por qué le anuló el árbitro Pérez Lasa una sublime falta lanzada con la izquierda --no era un disparo, estaba guiada a distancia como si la hubiera enviado con la mano--, agarrándose a la coartada de Sergio Busquets, más un pivot de baloncesto en la zona que un jugador de fútbol.

CONTROL DE BALON Pero el Barça, lejos de indignarse, eligió la vía poética. A través de la pelota, por supuesto. Con Navas persiguiendo en la banda izquierda a Alves --el mundo al revés-- y Capel en la derecha buscando atrapar a Adriano, el equipo de Guardiola vivía tranquilo. En la primera mitad, el Sevilla estaba aturdido, diríase que derrotado. Hasta el Sánchez Pizjuán quedó hipnotizado por el embrujo de Iniesta y se llegó al descanso con un susto de consideración al ver a Messi pegando manotazos sobre la hierba tras un encontronazo con Javi Varas. Y en la segunda mitad, tras un error, precisamente de Messi, en el centro del campo, un fulminante contragolpe del Sevilla acabó con el Barça frotándose los ojos.

Negredo le ganó la carrera a Alves, con los centrales culés fuera de foco, y Navas, el más pequeño de la clase, apareció desde atrás para cabecear el empate aprovechándose de que el equipo de Manzano había cambiado su perfil con la entrada de Kanouté por Zokora. Dio un pase al frente y le salió de maravilla. Un remate, un gol. Demasiado castigo para el Barça que no rentabilizó su exhibición inicial y el Sevilla, con más agresividad en la segunda parte, llevó el duelo a un territorio físico. Eso era lo que más le convenía porque con el balón los azulgrana eran claramente superiores.

OTRO PANORAMA Entonces, el encuentro se hizo todavía más grande porque proponía un hermoso diálogo entre la intensidad del Sevilla y el toque del Barça, donde hubo lugar también para la polémica por un penalti --horrible ayer el vasco Pérez Lasa-- no pitado sobre Bojan. Manzano puso a Navas en la derecha, colocó a Perotti en la izquierda y el Barça resistió por el providencial pie derecho de Valdés en un partido enloquecido porque los azulgranas perdieron el control. Aunque el larguero y Medel en la línea de gol impidieron que Iniesta se convirtiera en el héroe del partido, como realmente merecía. Al final, un empate que reduce la diferencia con el Real Madrid a cinco puntos pero que el Barça no los dejará escapar. A buen seguro.