Hasta las plegarias puede cargarlas un enemigo. Juan Melgar presidió la ofrenda de la plantilla a San Rafael y el sacerdote no debe andar muy a la última del "Club Deportivo Córdoba Club de Fútbol". Si no, no hubiera repetido la palabra ascenso hasta en dos ocasiones ante un Lucas Alcaraz que estaba sentado en primera fila, entre David Pérez Arteaga y José Miguel Salinas. El técnico se limitaba a taparse la boca y mirar hacia abajo.

Antes, en la entrada, al mandatario se le preguntaba si se aprovechaba también la ofrenda para pedir en el aspecto económico. Salinas, con humor, respondía que eso ya se había pedido donde correspondía pero "por si acaso", también ante el Custodio de la ciudad. "Pero creo que depende de otras instancias", comentaba con sorna el mandatario.

Todo en un ambiente bastante tranquilo, relajado, muy lejano del vivido en los dos últimos años. En el 2008, por el retraso de la plantilla comandada entonces por José González, que hizo que el párroco de entonces se agarrara un monumental cabreo, hasta el punto de que el gaditano amagó con irse enmedio del disgusto de su presidente, Rafael Campanero, que ayer mandaba un mensaje desde la playa a 20 de los socios más veteranos con los que José Miguel Salinas tuvo un más que elegante detalle al invitarles a almorzar en El Arcángel. "Detalle de club grande", comentaba ayer un aficionado.

Luego, el año pasado, la ofrenda estuvo presidida por la ausencia de Agus, que hacía en ese momento las maletas para irse muy lejos de Córdoba, de España incluso. Por ello, más de un miembro de la prensa se preguntaba ayer "¿qué pasará este año?" y hasta se hacían apuestas chuscas. "Que el Athletic ha llamado a Iñigo". "No, que Delibasic ha roto con el Rayo y se viene para Córdoba". El caso es que la ofrenda fue más que rápida y Melgar no paró de hacer referencia a cotas altas, llegando a hablar de "alas" y equiparando tanto al Custodio como a la plantilla con la famosa bebida energética "para ascender". Y Alcaraz, que oía el infinitivo y volvía a mirar hacia abajo. El técnico salía de la iglesia con Ernesto Hita, al que hacía comentarios en voz baja con cara de "vámonos rápido de aquí".

Algunos aficionados, sentados al final del lugar de culto, no ocultaban su deseo y si no era a base de tomar litros de Toro Rojo , apostaban porque el club lanzara una bebida energética: Green&White Bull . Al menos se sacaría unas perrillas.