El Córdoba dio la cara en la final del Trofeo de Los Califas, pero se topó con la inmensa calidad del Real Madrid, en especial con la de Ramírez, un jugador capaz de desequilibrar cualquier partido. El abrió el marcador y a partir de ahí el conjunto blanco se desmelenó y fue una avalancha.

El primer tiempo no fue excesivamente divertido. El Córdoba trató de achuchar, pero lo hizo de manera tímida. Al poco de cumplirse los diez minutos Gálvez avisó con un cabezazo de que su equipo no sería una comparsa.

El Real Madrid no puso en demasiados apuros a la zaga cordobesista hasta que apareció Ramírez. La estrella blanca, a la que Toril reservó en la semifinal, dio un recital. Avisó con un disparo lejano y una pared con Barril. Fue el preludio del gol. Aguza le colocó el balón raso y Ramírez, dentro del área, no perdonó. Incluso se permitió el lujo fallar un penalti, aunque Alex aprovechó el rechace. El tercero fue obra de De Tomás.

Y es que el segundo tiempo fue un paseo para los blancos. Aún así, el Córdoba, que falló dos penaltis, no le perdió la cara al encuentro y recortó distancias por medio de Guti. De poco sirvió. Si algo ha dejado patente el Real Madrid durante el fin de semana es que está varios peldaños por encima de sus rivales.