Era una mañana muy llevadera. Lucas Alcaraz charlaba en la puerta cero de El Arcángel. De repente, apareció un joven y desplegó una bufanda del Motril. El técnico granadino giró la cabeza y dibujó una mueca en su rostro. Aceptó con agrado fotografiarse, pero sin excesiva pasión. 50 minutos después, junto a esa bandera posaba sonriente, exultante, el penúltimo fichaje del Córdoba, Juan Miguel Callejón (Motril; 1987). Dos caras juveniles y unos colores blanquiazules entre tanta vorágine blanquiverde.

Defenestrado como andaba en el Mallorca, su llegada a Córdoba le ha vuelto radiante. No quiere llamarlo pesadilla, pero finaliza una etapa amarga, "para olvidar" después de que en las islas no contaran con él. Allí llegó hace dos años. "El primero lo pasé realmente mal". Su terapia puede ser extraída de Memento , la película de Christopher Nolan, en la que el protagonista sufre una amnesia que le incapacita para almacenar recuerdos. Eso es lo que no quiere Callejón. Recordar. "Hay que olvidarlo", reitera. "Es pasado y solo quiero centrarme en el Córdoba", dijo ayer, en su presentación.

Hasta el último día su presencia en Palma fue desesperante. Tardó más de la cuenta en liquidar su situación con el Mallorca, con el que aún le quedaba un año de contrato. Pero el técnico balear, Michael Laudrup, ni siquiera se lo llevó a la concentración veraniega. De ahí su espléndida sonrisa en la mañana de ayer, su paciencia para atender a las decenas de aficionados a la caza de firmas y fotografías. "Menos mal que ya estoy aquí", clamó. "Estoy loco por tocar la pelota". Ayer ya lo hizo en el césped de El Arcángel. Eso sí, sobre un espacio muy reducido --un rectángulo de vallas publicitarias-- y apenas un par de minutos. Durante la temporada, a buen seguro que tendrá más libertad.