A la Federación Francesa de Fútbol (FFF) no le tembló el pulso y guillotinó sin miramientos a los cabecillas del motín de los bleus en el Mundial. Nicolas Anelka, cuya trifulca con Raymond Domenech hizo estallar la revolución francesa, fue el peor parado: 18 partidos de sanción. El delantero del Chelsea, que a sus 31 años podría haberse despedido de la selección, no se presentó a declarar ante la comisión disciplinaria. Tampoco lo hizo Frank Ribéry, al que el Bayern de Múnich le prohibió viajar. El polémico extremo, que sigue implicado en un caso de prostitución, fue condenado con tres encuentros, dos menos que el ex capitán Patrice Evra, que se negó a jugar el último choque.

Quien, pese a su negativa a enfrentarse con Suráfrica, acabó librándose fue Eric Abidal. A diferencia de Anelka y Ribéry, el lateral azulgrana se desplazó ayer hasta París para dar su versión de lo ocurrido. Este gesto, unido a las explicaciones que dio, parecieron convencer a la comisión que fijó un encuentro de sanción Jérémy Toulalan, el quinto elemento revolucionario.

Todos los mundialistas ya fueron castigados previamente por el nuevo seleccionador, Laurent Blanc. El ex central barcelonista decidió no incluir a ninguno en su primera lista para el amistoso de la semana pasada ante Noruega, que terminó con derrota (2-1). La Federación, que también escuchó el testimonio de Domenech, dio así carpetazo a uno de los episodios más tristes de su selección. Francia llegó a Suráfrica como subcampeona mundial y se despidió en la primera fase convertida en el hazmerreír del planeta futbolístico.

El detonante del motín fue el enfrentamiento entre el seleccionador francés y Anelka en el descanso del Francia-México. Después de que Domenech decidiera cambiar al expunta madridista, este se le encaró y, según publicó L´Equipe, le espetó un: "Vete a tomar por el culo, sucio hijo de puta". Después se negaron a entrenarse.