Un presidente de un club de Segunda comentó hace un par de años que había un portero de un equipo recién ascendido que vendía partido a partido. Cierto o no, el futbolista acabó jugando en Segunda B unos meses y en la actualidad está en una de las ligas menores europeas. "6.000 euros pide por cada partido; es una vergüenza".

Ni es el primero ni el último caso de primas por ganar o perder, porque aunque las primeras puedan verse moralmente más aceptables, lo cierto es que los organismos del fútbol castigan por igual cualquier alteración del resultado de un partido. Como el que privó al Oviedo de su retorno a Primera en la campaña 1976/77. Los asturianos habían descendido esa temporada y buscaban volver a medirse al Real Madrid o al Barcelona. Sporting de Gijón, Rayo Vallecano, Oviedo, Alavés, Jaén y Cádiz buscaban la gloria y a los amarillos les costaba seguir el ritmo. Por ello, mandaron en la jornada 34 a dos directivos hasta Oviedo, en donde se encontraron en el hotel con el entrenador del Tarrasa, que por entonces era Ben-Barek. También dialogaron con el capitán del conjunto catalán para convencerle de que el dinero estaba y que sería suyo si su equipo era capaz de arañarle algún punto al Oviedo. 200.000 pesetas por el empate y 400.000 pesetas por el triunfo ante los del Principado fue el acuerdo por el premio.

"La entrevista fue muy cordial y el entrenador del Tarrasa mostró la mejor disposición en conseguir algunos de los puntos y, una vez percatados de la aceptación de la prima, el señor C.S., que tenía el dinero en habitación distinta a la de la entrevista, lo bajó y se lo mostró, quedando de acuerdo en vernos en la misma habitación a la terminación del partido".

El informe que escriben los directivos cadistas (B.S. y C.S.) relata, incluso, el juego, el arbitraje y hasta la actitud de la afición del Tartiere. "El público, mal con su equipo al darse cuenta de su inoperancia; no paró de abroncarlo, siendo despedida al final con una gran pita".

Ciertos o no, rumores sobre primas a terceros por ganar o por dejarse perder han existido siempre y, sin ir más lejos, los de la temporada pasada. El Cartagena jugaba en Córdoba y en la prensa de la ciudad departamental se hablaba de "vuelo de maletines" en el final de Liga. Curiosamente, hacían referencia al Hércules-Córdoba, pero no para fijarse en Raúl Navas, sino en Tote, que "parecía el Niño Torres con el balón en los pies, por la facilidad con la que entraba en el área andaluza". En ese final de mayo, la prensa de Cartagena recordaba que "Paco Gómez (dueño del equipo blanquinegro) también puede moverse y enviar maletines con propaganda de sus vinos a San Sebastián, Alicante, Valencia y demás". Al final, el Cartagena arrancó un empate en El Arcángel. En cada final de temporada, los jugadores hablan abiertamente. Mario Bermejo, delantero del Xerez que militó hasta hace unos meses en Primera, sabía que "van a aparecer los maletines", tal y como declaró a finales de abril, con el Madrid y el Barça jugándose el campeonato. De hecho, desde el club blaugrana y hace ya una década, José María Minguella no tuvo reparo en reconocer que lo que le faltaba a la entidad era "una estructura de maletines", acusando al Real Madrid de tenerla.

Montada parecía tenerla hace ya tres décadas el Cádiz. Tras el empate del Tarrasa, su entrenador y su capitán se reunieron con B.S. y C.S. "haciéndole entrega de las 200.000 pesetas convenidas por el empate y de las que se hace cargo el capitán. Todo se hizo con la máxima discreción y creemos que ni los propios directivos del Tarrasa se enteraron de nada, ya que no se mantuvo ningún contacto fuera de la habitación". Al pie del informe, un "páguese" firmado por Manuel Irigoyen, tesorero entonces.

El Oviedo perdió el sueño. No así el Cádiz, que logró subir en la última jornada al ganar por dos goles a cero... al Tarrasa. Posiblemente pura coincidencia.