La única nota discordante de lo que se lleva de pretemporada saltó ayer durante el encuentro contra el Xerez. Gaspar se lanzaba al suelo para alejar un balón y notó enseguida que la rodilla le giraba más de la cuenta. La misma que ya le trajo problemas en Irún y que le dejó fuera de los campos durante mes y medio. El pesimismo en la expedición cordobesista era patente anoche, aunque preferían mantener un hilo de esperanza en las pruebas que se realizará el jugador el próximo martes en la clínica Asisa a manos de Javier Bejarano.