Dos temporadas lleva Pep Guardiola en el Camp Nou. Pero ha tenido tiempo para ver cómo desfilaban cuatro entrenadores del Madrid por el banquillo, o la silla eléctrica, del Bernabéu. A uno (Bernd Schuster) ni siquiera llegó a conocerlo porque en la semana previa al clásico alegó que era imposible ganar al Barça y le bajaron del avión con un despido fulminante. No le faltaba razón al técnico alemán. En los cuatro duelos directos de la Liga, tanto en Barcelona como en Madrid, el equipo de Guardiola ha firmado cuatro victorias, con un contundente 11-2. De Bernd a Mou.

A Schuster ni lo vio. A Juande lo conoció en dos ocasiones (2-0 en casa y el inolvidable 2-6 en el Bernabéu de la pasada temporada) y a Pellegrini también: 1-0 en el Camp Nou y 0-2 en Madrid. Dos años han pasado desde que Guardiola dirige al Barça y dos presidentes distintos (Calderón y Florentino) ya han ocupado el palco blanco. 11-2 para los azulgranas y 2 Ligas consecutivas.

A pesar de que la máquina del Barça roza la perfección (Guardiola ha sumado siete de los nueve títulos en juego), nadie descansa en el Camp Nou. Y si necesitaban alguna motivación para pelear por no descender de la cima, la llegada de Mourinho puede ejercer el mismo efecto aglutinador que se vivió en la pasada temporada. Entonces eran las ayudas arbitrales, simbolizadas en una sola palabra -villarato- para restar méritos a la trayectoria del Barça. Recogieron el ruido mediático y el equipo se hizo más fuerte mentalmente. Y mejor aún.

Ahora, conviviendo a diario en la distancia con Mou, a Guardiola se le simplifica el trabajo mental. En el plano deportivo, al técnico del Barça le será más complicado aunque los dos últimos Madrid han tenido trayectorias espectaculares en la Liga para morir finalmente en la orilla azulgrana. A cada año, el equipo de Guardiola ha sido mejor. Ganó la primera Liga con récord de puntos (87) y ganó la segunda con números estratosféricos. Los 99 puntos le han convertido en el mejor campeón de la historia de Europa. Guardiola, sin embargo, no descansa. Está de vacaciones, pero en contacto con Txiki Begiristain, el secretario técnico, para ultimar la plantilla. Pendiente de si alguien trae el dinero suficiente para abrir la puertas a Touré, ocupado en que Cesc logre convencer a Arsene Wenger para volver a casa e inquieto porque la locuacidad del agente de Ibrahimovic no para de crearle problemas. ¡Ah! Ayer se jugó un miniclásico (Barça-Madrid) en la final nacional de alevines. Ganaron los niños de La Masia. Como siempre en los últimos años. Un reflejo fiel de los más grandes.