La respuesta de David Arroyo a los periodistas italianos fue bastante testimonial: "¿Ganar el Giro? Es más fácil decirlo que hacerlo". El ciclista de Talavera de la Reina es consciente que está viviendo un sueño de color de rosa, que cada día que pasa al frente de la clasificación general es un premio, que todavía queda mucha madera por quemar, pero a la vez, ¿y por qué no? Hay precedentes ejemplares, gestas firmadas con coraje en la historia del ciclismo antiguo y contemporáneo, de corredores buenos, como Arroyo, pero no figuras, como el toledano, que gracias a la bondad de sus rivales, por la fortuna de colarse en una escapada permitida han acabado imponiéndose no solo en las clasificaciones generales de la ronda italiana o la Vuelta, sino también en el Tour. Y si no que se lo pregunten a Pereiro.

Y por fortuna el ciclismo no es un deporte racional. Arroyo habría cedido ayer entre dos y tres minutos en relación a Ivan Basso, candidato número uno uno a la victoria y por lo tanto su principal rival. Solo perdió 1.06 minutos. Magnífico. No se le puede pedir más. Hasta hace una semana era el mejor gregario de Alejandro Valverde en la montaña, pero no un líder, y ahora está al frente del Giro con la calculadora en la mano y haciendo vibrar a sus vecinos de Talavera.

"Era un día delicado y estoy contento de haberlo franqueado de esta manera. Si sigo corriendo así creo que el podio es accesible. Lo importante en esta cronoescalada era salvar la maglia rosa". Basso, que nunca ha destacado en las contrarrelojes, se situó a 2.27 minutos del español. Cadel Evans, mucho mejor, superó a Carlos Sastre en la general y recortó la diferencia con Arroyo a 3.08 minutos. Stefano Garzelli, 36 años, vencedor del Giro del 2000 y uno de los pocos gregarios de Marco Pantani en activo, ganó la etapa.

A FAVOR Y EN CONTRA ¿Y ahora qué? ¿Qué tiene a favor Arroyo para hacer realidad un sueño casi imposible? Sobre todo un equipo potente con corredores experimentados para controlar el Giro, como Pablo Lastras y Xabier Zandio. Un Caisse d´Epargne que hoy mismo debe arroparlo en la subida final de la 17 etapa a Peio Terme, con rampas que alcanzan el 12%, en otra complicada jornada de montaña.

¿Qué tiene en contra? Todo o casi todo, pero más que nada al Liquigas, que comprometió su candidatura al permitir la fuga de la semana pasada de 12 minutos que ha dado alas a Arroyo, con Basso a la cabeza y con un fortísimo Nibali como escudero. Pero, de la previsible pelea entre Basso y Evans por la victoria, Arroyo se puede beneficiar.

Arroyo correrá administrando su renta, sin inquietarse, confiando en sus compañeros de equipo y sin alocarse, y ni mucho menos mirar los porcentajes en los techos del Mortirolo (etapa del viernes) y el Gavia (el sábado). Ante semejantes muros, 2.27 minutos parecen pocos. Pero, sin tener que esperar la decisión de los despachos --como le sucedió a Pereiro--. que logró la victoria gracias a fugas consentidas.