Con ustedes, Roger Federer, número uno mundial". Las palabras del locutor se escuchan perfectamente desde Le Petit Jean Bouin, el coqueto club de tenis situado en el interior del Bosque de Bolonia, a apenas 800 metros de la pista central de Roland Garros en la que está a punto de debutar el jugador suizo. El mastodóntico estadio no se ve a través de la arboleda, pero Rafael Nadal ha oído la presentación. Hace apenas media hora que está entrenándose con Pere Riba. "Una matanza", dice el jugador catalán. Nadal ha programado dos horas a tope. Hace un calor agobiante (32 grados centígrados) y el mallorquín pega duro mientras Riba intenta devolver cada golpe como puede. Cerrando los ojos se puede saber quién golpea, por el sonido del cordaje o por los resoplidos. "Está muy fuerte. Le veo campeón seguro, si no tiene algún problema", asegura Arrese, director deportivo de la federación española y que ayuda al tenista catalán en París. Solo ha habido un momento de preocupación, cuando Riba le ha hecho una dejada a la que Nadal ha llegado muy forzado y, sin devolver la bola, se ha ido directo a apoyarse a las vallas durante varios segundos. Nadal habla con su tío Toni y se toca la rodilla izquierda, sin darle demasiada importancia.

EL MEJOR DE LA TIERRA Cumplidas las dos horas, según el plan previsto, Nadal sale contento y relajado. En la terraza del club, a la sombra, le esperan los enviados especiales de la prensa española para hablar de su debut de hoy, pero pide conversar en el restaurante de jugadores tras ducharse. Unos 45 minutos después vuelve con una Blackberry en su mano derecha y, en la muñeca izquierda, el espectacular reloj, valorado en 350.000 euros, que estrenará en Roland Garros. "Estoy bien. He hecho una gira muy buena de tierra. Con trabajo e ilusión he podido superar los malos momentos", comenta.

Sabe poco de su primer rival, Gianni Mina. Un francés de 18 años, finalista júnior en Roland Garros y 653º jugador mundial. "Jugará con poca presión y te puede dar un susto grande. Será complicado", anuncia. Sorprende escuchar eso cuando ayer el diario L´Equipe publicaba una encuesta con técnicos y jugadores que le consideraban el mejor de la historia en tierra, por delante de Bjorn Borg, Ivan Lendl, Mats Wilander y Gustavo Kuerten. Un 92,5% de victorias lo avalan. "Agradezco la votación, pero ni lo siento ni me he parado a pensarlo. No tengo ni 24 años. Aún tengo tiempo para estropearlo", bromea. Evita polemizar con Federer sobre la facilidad de jugar en tierra. "Si ha dicho que hay que tener un buen drive, un buen revés, piernas y corazón, la verdad es que no es poco".

OLVIDAR EL 2009 Nadal rehuye hablar de los problemas del año pasado. "No quiero que se consideren una excusa por haber perdido. Evidentemente no estaba al 100%. Tuve problemas físicos y personales que me afectaron y que no pude superarlos".