El mallorquín colgándose, ya saben, de su Moriwaki y rozando a menudo sus codos por el asfalto, se dejó la piel.. "Olía a Julito, oía su motor, temía su presencia, por eso apreté los puños como nunca e hice las últimas cinco vueltas a muerte, tenía que ganar", dijo el piloto manresano, que ganó a lo grande, como un campeón.

Para grande, enorme, lo que hizo Lorenzo. Salió como nunca, pero Pedrosa, cómo no, se le adelantó y él, Lorenzo, le metió un hachazo de cuidado tres curvas después. "Dani tiene muchas virtudes, pero no frena como yo", dijo el mallorquín de buen rollo. Doce vueltas después dio cuenta de Rossi, con un interior de izquierdas magistral, maravilloso, digno del Doctor. Y, a partir de ahí, si os he visto no me acuerdo. Se fue, se fue, se fue y acabó celebrando la victoria sentado ante una inmensa pantalla de televisión comiendo palomitas. Luego tuvo que hacer un enorme esprint para llegar al podio, mientras en la pantilla se veía a Rossi. Es su carrera hacía el título.