Un pellizquito de la aliviante taquilla que ayer dejó el Real Betis Balompié a su paso por El Arcángel va a ir a parar a la caja de caudales que custodian Teddy Bautista y Ramoncín por aquello de que, a lo largo de la semana pasada, el marketing del Córdoba tirase del célebre tema de Alejandro Sanz para explicar los matices que le hacen diferente del club que preside Manuel Ruiz de Lopera. Para la próxima ocasión solo les va a hacer falta recuperar de las videotecas la cinta del partido de ayer. No, no es lo mismo. El Real Betis fue un equipo que ganó sin merecerlo; el Córdoba, un equipo que perdió sin merecerlo. El Betis tuvo calidad notable y escasa o nula constancia; el Córdoba tuvo una constancia envidiable y una calidad insuficiente. El Betis finalizó el partido pidiendo la hora (en el minuto 12 de la segunda parte estaba ya perdiendo tiempo en los saques de esquina); el Córdoba CF entró en el periodo de descuento pidiendo algún minuto más para intentarlo. Víctor Fernández (juro que tenía de él una imagen de tipo elegante que me ha puesto en duda tras verle hacer desde la banda los aspavientos de un técnico de Regional Preferente que quiere aparentar de cara a la galería y presionar al árbitro con malas artes) vio a su equipo colgarse del larguero para salvar la honra y los puntos; Lucas Alcaraz (¡cómo cambió la fisonomía del Córdoba cuando, al fin, Javi Flores se puso a unir líneas y Lizio avaló las virtudes de tener un jugador desequilibrante en las bandas!) vio a sus hombres ejercer sobre el iluminado Goitia, el portero bético, un asedio que recordó a aquel otro infructuoso hostigamiento sobre el Valladolid de también vano final. No, no es lo mismo.