Fue precisamente el jefe que más le ha querido e idolatrado, el popular Luca di Montezemolo, presidente de Ferrari, quien volvió a inocularle el virus de la velocidad cuando, hace escasas semanas, le sugirió la posibilidad de sustituir al brasileño Felipe Massa a los mandos de un flamante Ferrari de F-1. La lesión que se produjo en el cuello jugando a ser piloto de motos en Cartagena le impidió regresar a la actividad y, al final, no le quedó más remedio que rendirse. Pero aquel mismo día, Schumi volvió a contratar a su preparador físico y se puso en forma. Y ayer, desde Brackley, la sede inglesa de Mercedes, el alemán Norbert Haug, responsable del departamento de competición de las flechas plateadas, anunció, con el visto bueno de Ross Brawn, que el heptacampeón del mundo de F-1 será el compañero de Nico Rosberg en el 2010. De momento, pues Schumi reconoció que su plan es quedarse al menos, tres años en Mercedes.

La noticia, que estaba cantada, provocó un reguero de críticas en Italia, donde consideran que el Kaiser ha traicionado a Ferrari. "No hace ni tres semanas, Schumacher estuvo en Maranello y siguió diciendo que era su casa". "El amor de su vida", escribían ayer en la web de La Gazzetta dello Sport. No ha sido por dinero que Schumacher ha regresado al circo. No lo necesita. Solo con el anuncio que lleva en su gorra (7 millones de euros) ya gana lo que Mercedes le pagará de ficha anual. A eso hay que añadir los letreros en su pecho (5), las mangas (3) y las piernas (1). Ya ven, 16 millones de euros solo en publicidad. "Vuelvo porque, de pronto, me ha vuelto la energía", explicaba ayer el ídolo alemán.

CON FUERZAS "Cuando me fuí en el 2006, estaba exprimido, agotado, ya no tenía fuerzas. Ahora, tres años después, me siento como un chaval de 12 años, con la misma ilusión, ánimo y coraje de plantar batalla a los jóvenes y a los campeones de la nueva década". Por cierto, Schumi aseguró ayer que su cuello está ya perfecto, igual que su espalda. "Hemos hecho un gran trabajo y estoy preparado para el mayor esfuerzo. No fallaré, seguro". Puede especularse con muchos motivos a la hora de entender el regreso de este mito. Tres son evidentes: Montezemolo le hizo ver que podía volver a competir, que era valioso; dos, aún le quedan ganas de retar a los campeones actuales y, tres, qué hay más hermoso y prestigioso que pilotar para Mercedes a las órdenes de Ross Brawn, el ingeniero, el mago, el genio con el que consiguió sus siete títulos de piloto (dos en Benetton Renault y cinco, en Ferrari) y los ocho cetros de constructores (dos con Renault y seis con Ferrari).

VOLVER A GANAR "No somos tan tontos de contratar a Schumacher simplemente por el hecho de que se llame Schumacher o haya ganado siete títulos mundiales", dijo ayer Brawn. "Lo hemos fichado porque nunca ha dejado de ser competitivo, nos ayudará en nuestra nueva singladura y ganará, seguro, grandes premios".

Schumacher no solo correrá contra la historia, contra sus espectaculares estadísticas. También lo hará contra tres campeones del mundo. "Desde que empecé a correr", dijo ayer Hamilton, "he soñado con enfrentarme a Schumacher y, por fin, voy a hacerlo". Toda la parrilla de F-1 comparte esa reflexión.