Leo Messi juega hoy como cuando era un crío, pero el balón le ha llevado muy lejos de las calles de Rosario donde peloteaba con sus hermanos. Ya de "muy chico" se lo llevaban a todos aquellos partidillos de barrio. Ya entonces era el mejor y en casa de los Messi se escuchaba, en voz baja cuando él andaba por ahí, que algún día a Leo iban a darle el Balón de Oro. Que sería campeón del mundo. Y ahí está. En la cima. Hoy, después de conquistar la sexta copa con el Barça, Messi volverá a subirse al escenario para recoger el FIFA World Player. Antes, revivió el mejor año de su vida. De todo corazón.

--Se cerró el círculo. Seis de seis. Campeones de todo y usted elegido como el mejor del partido.

--Ha sido un año impresionante y acabarlo así, con lo que hemos sufrido, aún es más lindo. Era la copa que le faltaba al club y a todos nosotros. Me siento muy feliz por el grupo y a nivel personal, también, por los premios que he recibido. Ahora mismo, creo que no nos damos cuenta de lo que hemos conseguido. Es muy difícil que otro equipo pueda repetir eso y, cuando pase el tiempo, todavía lo valoraremos más.

--Y acabarlo con un gol suyo. En Roma, de cabeza, y aquí con el pecho o con el corazón.

--Nos costó muchísimo. Jugamos ante un gran equipo, muy bien organizado, y sufrimos mucho. Fue muy duro y me costó encontrar mi lugar en el campo, no estaba cómodo. El gol fue gracias a un gran centro de Dani y tuve la suerte de estar ahí. El balón me venía abajo y quise asegurarlo con el pecho, y el portero estaba a contrapié. ¿Por qué miré al cielo? Bueno, como siempre, se lo dediqué a mi abuela Celia y al Señor por todo lo que nos ha dado.

--Pero a usted aún le queda otro título que recoger. Le espera el FIFA World Player y que, como el Balón de Oro, le consagra como el rey del mundo. ¿Se lo cree?

--No, por favor, no soy el rey del mundo ahora, ni el número uno, no soy de creer en esas cosas. Soy el de siempre y tengo la suerte de estar en un gran equipo. Yo no me siento el mejor, el mejor es el Barça. Solo pienso en el grupo, en que nadie logró ganar lo que nosotros, y eso es lo que me da más alegría. Luego, claro, los premios individuales también te gustan. Ha sido un año histórico para el Barça y para mí, pero es gracias al trabajo de todos.

--¿Con qué recuerdo se queda?

--Es muy difícil elegir uno o incluso dos. Hemos vivido tantos momentos buenos. Han sido muchas emociones. Piensas en Roma, pero también en la Liga, en el Bernabéu... Es imposible quedarse con un solo recuerdo, y eso también es lo bonito de este año. Por eso es tan especial.

--¿Y cómo lleva todo lo que le rodea? El otro día, por ejemplo, corearon su nombre en el estadio, en Abu Dabi nada menos.

--Estoy tranquilo, feliz por todo lo que me pasó, por todo lo que hemos vivido, por lo que hemos ganado y, claro, también por las cosas que conseguí a nivel individual. Estoy haciendo lo que me gusta, en un club maravilloso, que me acogió cuando tenía 13 años, en un gran equipo, con un grupo que nos llevamos muy bien. ¿Qué más puedo pedir? Todo es perfecto.

--¿No siente vértigo? Tiene solo 22 años, no es difícil seguir siendo el mismo con lo mucho que ha cambiado su vida: la fama, la admiración, los premios, el dinero...

--Es que yo no pienso en eso. Yo solo pienso en seguir jugando, es lo que más me gusta. Tampoco tengo mucho tiempo para pensar en según qué cosas, vamos de partido en partido, jugamos cada tres días, y no sé, todo lo demás esta ahí, pero no me importa, no lo tengo en la cabeza. Quiero estar tranquilo, ir a entrenar, estar con mis compañeros, jugar... Todos queremos lo mismo, hay muy buen ambiente y eso es lo que te hace más feliz. Solo quiero disfrutar.

--El otro día, uno de los entrenadores que tuvo en la cantera, Guillermo Hoyos, contaba a este diario que le envía mensajes con un consejo muy singular: "Leo, ponte música en el cerebro".

--Sí, con Guillermo hablamos a menudo y, es verdad, me dice eso de lamúsica. Meterle música en la cabeza, música en la cancha, sé tú mismo, sé feliz ahí dentro, haz lo que te gusta, como siempre, no pienses en nada más. Me quiere bien.

--¿Y le hace caso?

--Bueno, sí. Es lo que decía, que yo solo pienso en jugar, eso es la música que él dice. Juego igual que cuando era chico. Claro que no es lo mismo, por la importancia y todo eso, pero quiero decir que me gusta y hago lo mismo, sigo mi instinto.

--De hecho, debutó en el primer equipo y después volvió al juvenil, y no acusó el cambio.

--Recuerdo ese año. Empecé en el juvenil C, luego pasé al B, luego al A, y después debuté con el primer equipo en Oporto, y acabé en el juvenil B. Quería jugar, me daba igual dónde y con quién. ¿Si jugaría cada día? Si pudiera, sí. Se necesita descansar, pero siempre que hay recuperación me gusta estar con el balón. Aquí, por ejemplo, hemos peloteado en la playa, es lo que me divierte.

--Ha llegado un punto en que siempre se le espera, en cualquier situación. Y en la semifinal lo hizo como nunca. Primer balón, gol. Y en la final sin estar bien, también decidió.

--Bueno, alguna vez se dio, cuando era chico. Pero, claro, no en estas circunstancias. Lo más importante es que cuando entré en la semifinal no noté dolor en el tobillo, entonces sentí que estaba bien y eso me ayudó. Y en la final, como ya dije, no estaba cómodo, pero luego salieron bien las cosas.

--¿Qué significa Guardiola?

--Es alguien fundamental en mi carrera. Me entendió como futbolista y me entendió como persona. No hay nada mejor que eso para un jugador. Es muy humano, el trato que tuvo conmigo, desde el primer día. Recuerdo lo de los Juegos, me preguntó si quería ir. Le dije que sí, y enseguida me dio permiso. Me entendió, sabía que era importante para mí, y más con todo el lío que se montó. Por eso, cuando gané el oro, una de las primeras cosas que hice fue darle las gracias. El míster ha sido decisivo, es la clave de todo lo que nos ha pasado, de todo lo que hemos ganado.