Son los que más goles marcan, y son también los que menos encajan. Y, por un día, prevaleció la solvencia defensiva que atesoran, tan excelsas como los respectivos ataques. Por un día, brilló Puyol tanto como Messi, Pepe estuvo tan certero como Kaká, Valdés fue tan decisivo como Ibrahimovic y Casillas alimentó tanto las esperanzas del Madrid por puntuar en el Camp Nou como Benzema.

Se pegaron tanto en sentido real como figurado. Barça y Madrid dispusieron prácticamente de las mismas ocasiones para llevarse la victoria. La diferencia fue mínima; la misma que les separaba en la clasificación. Pero Ibrahimovic tuvo un instante de inspiración; solo uno. Suficiente. Fue el único que acertó en un duelo intensísimo, agotador, coloreado con ocho tarjetas amarillas y dos rojas. Busquets y Lass, los más fieros guardianes de sus respectivos equipos, caminaron hacia la ducha antes de tiempo.

El gol del sueco, en su primera intervención ya que apenas llevaba cinco minutos en el campo tras sustituir a Henry, premió la mayor fe del Barça, aquella persistencia que Guardiola garantizó en su presentación hace ya año y medio. Vueltas y vueltas le dio el equipo para penetrar en la sólida muralla que construyó el Madrid. Buscó por la izquierda, percutió por la derecha, insistió por el centro sin resultados hasta la mágica aparición de Ibra.

El Barça alternó su conocida paciencia con arrebatos de precipitación al ver lo mucho que le costaba sentirse cómodo en casa. Empezó ansioso, ilusionado con someter al Madrid al mismo asedio que sufrió el Inter el pasado martes. En un encuentro muy parecido al del año anterior en el Camp Nou, el Madrid salió muy defensivo y pudo adelantarse en el marcador.

Luego estuvo la figura de Cristiano. Siempre que no topara con Piqué, su excompañero del Manchester, que le rebañó todos los balones. O Puyol, majestuoso, insuperable por alto y por bajo, en el cuerpo a cuerpo o en carrera. El capitán interceptó tres remates francos.

El Madrid edificó un muro frente a su área, aunque unos metros por delante había tendido las alambradas para que Xavi e Iniesta no camparan a sus anchas. Como cualquier otro equipo, como un líder acomplejado por los vítores y los elogios que le dedican al Barça, rezagó a nueve jugadores en su propio campo con la esperanza de que un contragolpe le diera la gloria beatificando su planteamiento.

LA LEY DE LOS PEQUEÑOS No fue así porque Kaká no es Zidane, Higuaín no es Ronaldo y Marcelo no es, ni de lejos, un sucedáneo de Figo, los nombres de la primera edición de la galaxia madridista. Florentino Pérez reapareció en el Camp Nou con la segunda versión y comprobó que el Barça no es el de entonces. Ahora el orden jerárquico está encabezado por Xavi e Iniesta. Los dos centrocampistas son los dueños de la pelota. La antítesis de las viejos dioses blanco se impusieron por la sencillez y el criterio con que manejaron el cuero. Otra vez. Especialmente cuando se quedaron huérfanos de Busquets. Su expulsión no mermó al Barça.

Ficha técnica:

1 - Barcelona: Valdés; Alves, Puyol, Piqué, Abidal, Xavi, Sergio Busquets, Keita (Touré Yaya, min.66), Messi, Iniesta y Henry (Ibrahimovic, min.51).

0 - Real Madrid: Casillas; Sergio Ramos, Pepe, Albiol, Arbeloa (Raúl, min.75), Lass Diarra, Xabi Alonso, Kaká, Marcelo, Cristiano Ronaldo (Benzema, min.66) e Higuaín.

Gol: 1-0, m.56: Ibrahimovic.

Árbitro: Undiano Mallenco (Colegio navarro). Mostró tarjeta amarilla a Arbeloa (min.34), Albiol (min.41), Pepe (min.69) y Marcelo (min.79) y expulsó por doble amonestación a Sergio Busquets (min.50 y 63) y Lass (min.48 y 90).

Incidencias: Partido de la duodécima jornada de Liga disputado en el Camp Nou ante 97.132 espectadores.