"Un día menos". Adrián Rondón (21 años) habla con su compañero de chabolo. Es la forma de darse los buenos días. El chabolo es el nombre con el que los presos denominan a sus celdas. En la de Adrián no falta ningún detalle futbolístico. Pero, ahora, Adrián no cuenta los días que le faltan para obtener la libertad. Ahora suma las jornadas, o mejor aún, las horas que quedan para que comience el clásico. El, por supuesto, es del Barça y su chabolo es un verdadero santuario barcelonista.

Gabriel de León (24 años) sabe que en Navidad se comerá los turrones en casa. Ya tiene trabajo en la construcción "y eso que el tema está difícil por la crisis y no digamos para alguien que acaba de salir de un centro penitenciario". En el penal de Zuera, a medio camino entre Zaragoza y Huesca, lo consideran un valiente. Sí. Un valiente. Y así es, porque tal como reconoce Gabriel, hay que tener valor en estos días para lucir la camiseta blanca en una prisión. "Parece que todos los reclusos sean del Barça". Y en tiempos de lucidez azulgrana, con cada vez más internos procedentes de la inmigración "culés mayoritariamente", asegura Gabriel que es fácil ser el blanco de las bromas y el cachondeo cada vez que llega un fracaso madridista. "Menos mal", festeja Gabriel "que la noche que nos eliminó el Alcorcón estaba fuera de aquí. Cumplía un permiso de libertad en casa. Ya tuve bastante con los ecos el triplete de la pasada temporada".

Por lo que dice Gabriel, si ser preso ya no es una circunstancia agradable, aún es más amargo reivindicarse como seguidor del Madrid en una cárcel. Ellos son compañeros del llamado Módulo de Educación y Respeto. Allí están recluidos los condenados que están más predispuestos a reinsertarse en la sociedad, los que asumen que por lo menos intentarán cambiar de vida en cuanto obtengan la libertad. Ese es la promesa que hacen Gabriel y Adrián. No más clásicos entre barrotes. "Nos encantaría ver el partido en grupo. Pero aquí no tenemos canales de pago y la dirección solo nos permite reunirnos en masa para los grandes partidos de España, como sucedió en la final de la Eurocopa", recuerda Gabriel.

En el salón del Módulo de Educación luce un gran televisor de plasma, testimonio de una colecta realizada por los internos. Pero a las 8 de la tarde se acaban los privilegios. Todos al chabolo. Se cierra la puerta de la celda y ya no se puede salir hasta la mañana siguiente. "Pero no está prohibido ni ver el partido en la tele, que todos tenemos, ni escucharlo por la radio. Y tampoco gritar con los goles o protestar por las decisiones arbitrales". Las teles, puntualiza Adrián, las compran los propios reclusos y al quedar en libertad, o se las llevan como objeto de su propiedad o las dejan en cesión al centro. "Enseguida me harto de los gritos de euforia. ¿Cómo puede haber tanto culé aquí dentro? Y no digamos en el módulo de mujeres: el 99% de las presas son barcelonistas", se queja Gabriel.

Chicos y chicas. Porque otro de los privilegios que gozan los internos que apuestan por la reinserción es compartir actividades con las reclusas de Zuera. Sorprende la visita al gimnasio. Chicos y chicas sudan juntos. Y es normal, aunque esto daría pie a otro reportaje, que crezcan las parejas entre prisioneros de ambos sexos. Si surge el flechazo lo deben comunicar. Si el amor perdura unos meses serán autorizados a compartir un romántico vis a vis.

Adrián y Gabriel han hecho amistad, a pesar de sus diferencias futbolísticas, en el taller de cerámica. Gabriel de León trabaja la madera con habilidad y se ha especializado en diseñar escudos del Madrid; entre ellos, el que cuelga en el comedor del módulo y el que exhiben en sus chabolos los pocos prisioneros de ideología madridista como él. "Las victorias del Barça hacen más agradable la jornada siguiente en la cárcel y los días en que hay partido por la noche, las horas pasan más rápidas. El fútbol hace que la estancia sea más llevadera", explica Adrián Rondón. "El Madrid es mi pasión. Lo vivo a tope y no pierdo la confianza en ellos, aquí y en los periodos en los que estoy en la calle. Si no fuera por el fútbol estaría mucho mas rayado aquí dentro", añade Gabriel.

En la prisión rige la norma de no preguntar por qué se está entre rejas, "aunque aquí todos lo sabemos", comenta Gabriel. Pero, en cambio, sí resulta obligado desvelar las simpatías hacia el Barça o el Madrid. El domingo el partido se escuchará por la radio. El lunes, Adrián espera lucir con gallardía la zamarra azulgrana. Gabriel le dice con la cabeza que no será posible. Las apuestas están prohibidas. Pero no la esperanza.