Fiel a su deseo de no pasar nunca desapercibido ni de reducir su cuota de protagonismo en vísperas de un gran duelo, José Mourinho volvió a Barcelona dispuesto, como siempre, a no provocar indiferencia. Pero en esta ocasión, a diferencia de los apasionados y apasionantes duelos con el Chelsea, el técnico mostró un perfil más amable. Es imprevisible saber si hoy se arrodillará en el césped si el Inter marca un gol. O si mandará callar a la afición llevándose el dedo a los labios. O se quejará del árbitro, acusándole de favorecer al Barça o criticará a algún jugador por "hacer teatro del bueno".

Es el mismo Mourinho. Más contenido y respetuoso. Echando unas gotas de sarcasmo, ironía y acidez a sus comentarios cuando quiere, dejando en el aire insinuaciones para la libre interpretación.

"El Barça es el equipo que todo el mundo del fútbol quiere que pase a octavos", dijo Mourinho, expresándose en italiano, marcando distancias. ¿Una sugerencia de que la UEFA tratará de impedir su eliminación?.